Bárbara Inés Bavoleo

Becaria CONICET, IIGG-FSOC-UBA

barbarabavoleo@yahoo.com.ar

 

 

 

Trayectoria histórica de la sociedad civil en Corea

 

 

 

El concepto de sociedad civil emerge en Europa en el momento en que aquellos que controlaban los medios de producción capitalista deciden acceder al poder. La búsqueda de poder político constituía una relación o espacio en el cual la burguesía y sus aliados negociaban una identidad compartida y acceso a la política. Esta noción de sociedad civil burguesa versus Estado se instaló en la retórica política europea para describir la confrontación entre fuerzas sociales y poder estatal y es por ello que el término sociedad civil tiende a referirse a una esfera separada y a su vez independiente del poder del Estado [1] .

 A pesar de que este concepto surge en circunstancias históricas específicas, su significado ha variado en función del contexto temporal, espacial e intelectual. Las diferencias culturales, institucionales e históricas en la naturaleza de la sociedad civil devienen de divergencias tradicionales entre los conceptos europeos y confucianos, y es justamente esta diversidad la que debe tenerse en cuenta para reemplazar el enfoque universalista occidental por uno que permita estudiar las formas incipientes de sociedad civil en su propio contexto histórico.

Con este fin, se trazará sucintamente el desarrollo de la sociedad civil en Corea, enfocándonos en sus características y su recorrido propios a partir de la dinastía Choson, culminando en el periodo actual donde la sociedad civil coreana aparece como el principal motor en el camino hacia la consecución de una democracia participativa.

 

 

Confucianismo en el origen de la sociedad civil

 

El origen de la sociedad civil coreana puede situarse en la última de las dinastías, Choson (1392-1910), pues allí es donde emerge por primera vez una entidad social separada vis-á-vis del Estado, y que lleva a cabo una función de mediación entre éste y las comunidades.

Aunque discutida [2] , esta aseveración se basa en reconocer dos grupos, con funciones diferenciadas, dentro de los eruditos confucianos de la época: los letrados burócratas y los letrados del interior o sarim. Este último grupo estaba compuesto por aquellos que habían sido educados en la currícula pertinente y que no habían sido reclutados como oficiales públicos o se habían negado a ello. Básicamente, eran individuos que ejercían su rol de líderes basándose en una autoridad espiritual, como opuesta a una autoridad política, que derivaba de su estatus de hombres versados en las enseñanzas confucianas.  Durante la dinastía Choson, cuando un número considerable de eruditos destacados se negaron a ocupar cargos públicos, se reforzó la tendencia a respetar más a los sarim que a los burócratas como líderes sociales.

Con el paso del tiempo, los letrados del interior, llegaron a conformar varias organizaciones, tales como agencias locales, a través de las cuales podían ejercer su rol de guías “espirituales”. Estas organizaciones de gobierno local de los letrados canalizaban sus esfuerzos por conducir a las comunidades hacia la moralidad definida en términos confucianos. La mayoría de los asuntos internos quedaban en manos de estas agencias, ya que el oficial enviado por el gobierno sólo se encargaba de asuntos que tuvieran relevancia a escala nacional como, por ejemplo, la recaudación de impuestos o la impartición de justicia.

Además de estas agencias locales y de la redacción de códigos de conducta para las aldeas, los sarim, establecieron asociaciones de asistencia mutua, academias privadas y se encargaron de monitorear el poder de los lazos de parentesco en las comunidades locales y, aún más importante, todos ellos se reservaron el derecho a peticionar directamente ante el rey. Es justamente este derecho el que se destaca como facilitador del mantenimiento de la autonomía existente entre la comunidad de letrados del interior y la burocracia estatal.

Normalmente las peticiones se realizaban de manera colectiva entre varios letrados e involucraban aspectos económicos, políticos, sociales, educacionales y diplomáticos, entre otros [3] , e incluso si las demandas comprendían temas nacionales, se conformaba una red denominadas pungdang, cuya característica era la de ser una especie de asociación voluntaria creada en torno a un tema específico o una creencia particular a través de la cual se influenciaba al Estado.

Estas actividades o patrones de participación se cimentaban en el accionar de grupos o comunidades más que en individuos o intereses privados, por lo tanto el nacimiento de la sociedad civil que podemos encontrar en Corea tradicional no está relacionado con las instituciones del capitalismo, el individualismo o los derechos de propiedad sino con la profundización del bienestar comunitario según los preceptos confucianos.

 

 

Supresión y re-aparición de la sociedad civil

 

Este embrión de sociedad civil surgido en épocas de la dinastía Choson, desafortunadamente fue destruido y severamente reprimido por el gobierno colonial japonés desde 1910 hasta 1945 [4] . Las políticas de estado, prohibitivas de cualquier tipo de asociación, fueron respaldadas por una extensa red de fuerzas policiales y de seguridad que permitieron prevenir, contener y suprimir actividades civiles autónomas.

La llegada del gobierno provisional de los Estados Unidos y la Guerra de Corea mantuvieron la prohibición de actividades políticas en la población con el subterfugio de la amenaza de avance de la ideología comunista.

Los gobiernos militares que sucedieron al período bélico también lograron evitar el desarrollo de la sociedad civil debido a que el foco de atención estaba puesto en el desarrollo económico, al cual todos los sectores de la sociedad debían su colaboración. El Estado y la sociedad civil eran cuestiones fuera de discusión pues el concepto de modernización estaba asociado a la “occidentalización” y al progreso de la economía, que eran justamente los argumentos que legitimaban el régimen de gobierno autoritario.

Luego del asesinato de Park Chun-hee, en 1979, y del levantamiento de Kwangju diferentes sectores sociales, en particular los estudiantes, comenzaron a abogar por el surgimiento del pluralismo social, como elemento necesario para el crecimiento de la sociedad coreana.

A principios de la década del ochenta, diversos sectores de la sociedad civil estimularon e intensificaron las protestas laborales, entre ellos, el movimiento minjung, movimiento del pueblo, compuesto por trabajadores de cuello azul, campesinos, pobres urbanos, políticos anti-régimen y estudiantes, tuvo un importante papel en el quiebre con el sistema de gobierno autoritario y el inicio de la transición democrática. Sus principales objetivos estaban orientados a reformas sociales fundamentales que permitieran la apertura del espacio público y la participación ciudadana. Pero a pesar de sus demandas y reivindicaciones activas en pos de alcanzar este espacio de desempeño e influencia autónomos, el gobierno supo mantener el monopolio sobre el proceso de toma de decisiones y conservar una autoridad total sobre los temas de carácter público.

Este escenario comenzó a cambiar a partir del levantamiento de junio de 1987 y el consecuente tránsito hacia la democratización política que proveería el espacio organizacional para que diferentes grupos de interés y movimientos sociales dinamizaran la esfera de la sociedad civil coreana y lograran consolidar un espacio de participación plural.

 

 

Democracia y activismo ciudadano

 

La nueva realidad política que emergió a partir del año 1987, no sólo se vio signada por la proliferación de nuevos grupos civiles sino que también contempló la transformación y recreación de algunos antiguos movimientos, orientada a la búsqueda de una nueva identidad dentro del contexto del proceso de democratización.

Los movimientos sociales, comenzaron a mostrar cambios importantes en la década del 90, tales como moderación ideológica y la consecuente des-radicalización, lo que hace que generalmente se los identifique con la expresión “nuevos movimientos sociales”.  Dentro de este último grupo se engloba tanto a los grupos de nueva emergencia como a los antiguos movimientos populares que se transformaron y adaptaron a la nueva realidad una vez que el foco de la lucha dejó de posarse sobre el logro de un gobierno democrático.

Estas nuevas entidades fueron conformadas principalmente por trabajadores de cuello blanco, intelectuales, líderes religiosos y profesionales, contrastando con los anteriores integrados por obreros, campesinos y estudiantes. En términos de objetivos, las diferencias recaen en que los nuevos grupos enfatizaban las reformas institucionales graduales y la corrección de las desigualdades, consecuencia del desarrollo socioeconómico capitalista, a diferencia de sus predecesores, quienes se orientaban al logro de reformas estructurales y a la superación de las inequidades económicas y la represión política.

En la visión de los viejos movimientos populares, la rectificación de las desigualdades entre masa y elite era un factor crucial para consolidar y profundizar la democracia coreana. Al contrario, para los nuevos, la democracia se consolida y profundiza con una participación activa de la sociedad civil en la esfera pública.

Los grupos estudiantiles, cuyo papel fue fundamental para la transición democrática, atravesaron una etapa de crisis. El Concejo Nacional de Estudiantes Universitarios se disolvió oficialmente en marzo de 1993, y aunque fue sucedido por una nueva organización, el segmento radical del estudiantado no logró adecuarse a las nuevas “reglas” de la sociedad civil, pues continuó con métodos de protesta violentos, quedando así aislado de los principales movimientos civiles. Los segmentos moderados lograron reconstruirse pero debido a esta disparidad de posiciones no pudieron conformar un organismo legítimo que los englobara y representara como sector.

La expansión de la democracia abrió un espacio socio-político en el cual las organizaciones civiles pudieron emerger, expandir sus capacidades organizacionales y extender el rango de sus actividades a esferas públicas tales como temas medioambientales, garantías civiles, anticorrupción, derechos humanos y temas de género [5] .

Las asociaciones y organizaciones ciudadanas, cuyo número trepó hasta las 6,159 [6] en el año 2000, demostraron ejercer una gran influencia sobre la política institucional, logrando la implementación de medidas indispensables para consolidar el régimen, primero, y luego, para mejorar su calidad, gracias a que sus demandas no se restringieron a temas específicos, sino que se mantuvieron incluyentes y diversas. La sociedad civil también contribuyó al desarrollo de la democracia, entre otras cosas, practicando una democracia interna y representando a los no-representados [7] .

La formación de redes de movimientos sociales como, por ejemplo, la “Alianza Ciudadana para las Elecciones Generales del 2000” constituida por aproximadamente 412 formaciones civiles, que realizó una campaña nacional en rechazo de candidatos con antecedentes de corrupción, restableció la soberanía de los ciudadanos en las elecciones y condujo al fin del paradigma del gobierno tradicional, en el cual la legislación y su cumplimiento eran prerrogativas exclusivas de los partidos y los políticos, para suplantarlo por uno que incorpora a la sociedad civil [8] .

Así, reconocidas organizaciones, se convirtieron en fuerzas importantes dentro del proceso político y en iniciadoras de políticas públicas gracias al alto grado de virtud cívica que las condujo al logro y práctica de normas públicas democráticas [9] .

En la última década, la expansión y desempeño de la sociedad civil se vio favorecida por la masificación de las tecnologías de información y comunicación que permiten la expansión horizontal y descentralizada de las distintas organizaciones civiles, garantizando la acción colectiva de distintos grupos dispersos geográficamente, que ahora se ve reforzada por las cadenas de correos y boletines semanales electrónicos, facilitando la comunicación de los activistas en el ciberespacio [10] .

 

 

Conclusión

 

A modo de conclusión cabe resaltar que la naturaleza de la sociedad civil en el extremo este del continente asiático posee diferencias culturales, institucionales e históricas con respecto a la de “occidente”. Diferencias que principalmente derivan de las divergencias entre conceptos europeos y confucianos.

La sociedad civil pre-moderna en la Corea tradicional está asociada a organizaciones locales de auto-gobierno y actividades voluntarias independientes del Estado, desempeñadas por un grupo de letrados confucianos que a raíz de su formación académica estaban habilitados para influenciar el proceso de toma de decisiones.

Para que puedan florecer grupos que aboguen por la satisfacción de necesidades sociales básicas, el Estado debe dejar un espacio que posibilite una relación constructiva entre éste y la sociedad, espacio que si bien existía en la Corea tradicional desapareció al momento que ésta perdió su calidad de estado soberano, y hubo que esperar tanto al relajamiento de la política autoritaria como al surgimiento de demandas masivas por democratización para que aquella incipiente sociedad civil pudiera renacer y alcanzar un grado considerable de influencia en los asuntos públicos.

La sociedad civil actúo como elemento impulsor de la transformación del regimen de gobierno autoritario y en la actualidad no sólo goza de una existencia plenamente activa sino que presenta demandas variadas enfocadas a ampliar los canales de democracia participativa.

 


Bibliografía

 

Bavoleo, Bárbara. Sociedad civil en el proceso de consolidación democrática. Corea 1995-2000. Ponencia presentada en el II EECAL, 2 y 3 de octubre de 2005, El Colegio de México, México D.F.

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[1] Kim, Hyuk-rae. “Unravelling civil society in South Korea: old discourses and new visions”. Korea Observer, Vol. 33, No. 4, Winter 2002. p. 542-543.

[2] Al respecto pueden consultarse los volúmenes 37 y 38 de Korea Journal donde estudiosos de la sociología y la ciencia política discuten los orígenes de la sociedad civil coreana. Entre los artículos allí publicados se destacan: Cho, Hein, “The Historical Origin of Civil Society in Korea”. Korea Journal, Vol. 37, No. 2, 1997. Pp. 24-41. Steinberg, David, “Civil Society and Human Rights in Korea: on Contemporary and Classical Orthodoxy and Ideology”. Korea Journal, Vol. 37, No. 3, 1997. Pp. 145-165. Han Sang-Jin, “The public Sphere and democracy in Korea. A Debate on Civil Society“. Korea Journal, Vol. 37, No. 4, 1997. Pp. 78-97. Kim, Sunhyuk,Civil Society and Democratization in South Korea”. Korea Journal, Vol. 38, No. 2, 1998. Pp. 214-236.     

 

 

 

[3] Cho, Hein, “The historical origin of civil society in Korea”. Korea Journal, Vol. 37, No. 2, 1997. Pág. 32.

[4] Cho, Hein. Op. Cit.

[5] Kim Hyuk-rae “Dilemmas in the making of civil society in Korean political reform”. Journal of Contemporary Asia 34 no. 1 2004. p3

[6] Lim Hy-sop, “Historical Development of Civil Social Movements in Korea: Trajectories and Issues”. Korea Journal. Autumn 2000. p 16.

[7] Seong, Kyung-ryung, “Civil Society and Democratic Consolidation in South Korea: Great Achievements and Remaining Problems” en Diamond, L. y Kim, Byung-kook, Consolidating democracy in South Korea. Lynne Rienner Publishers. 2000. p. 95.

[8] Kim, Hyuk-rae, “Dilemmas in the Making of Civil Society in Korean Political Reform”. Journal of Contemporary Asia 34 No. 1. 2004. p. 3.

[9] Choi, Jang-jip, “Democratization, Civil Society, and the Civil Social Movement in Korea: The Significance of the Citizens´Alliance for the 2000 General Elections”. Korea Journal. Autumn 2000. p 34.

[10] Chang, Woo-young and Lee Won-tae (2006). Op. Cit.

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