¿Supervivencia material o
resistencia política?
Movimiento Isangchon durante el período colonial
japonés en Corea
y el caso
de Kim Yongki
Alejandro
Sung Hyun KIM
Introducción
Bajo
el dominio colonial japonés de la primera mitad del siglo
XX, el esfuerzo y la resistencia de los coreanos frente
al régimen y sistema pueden ser divididos, a grandes rasgos,
en dos grandes grupos. El primero de éstos tenía un objetivo
político: nos referimos concretamente a la lucha por la
independencia, por la vía de la diplomacia o las armas.
Corresponden al segundo grupo los movimientos dirigidos
a la reconstrucción y reorganización del sector rural, altamente
relevantes si se tiene en cuenta que más del 80% de la población
coreana de aquellos años pertenecía al campesinado. Dichas
dos vertientes de la resistencia, no obstante sus diferencias,
son partes de un esfuerzo común por la supervivencia nacional,
estrechamente interconectadas y de igual grado de importancia
a la hora de estudiar el período colonial de la historia
de esta península asiática.
Dado
que la actividad agropecuaria era el sostén de la economía
nacional y la base material para la vida cotidiana de la
mayoría absoluta de la población, la situación de la economía
rural era una cuestión vital. Es así que los movimientos
rurales no sólo adquieren trascendencia desde el punto de
vista económico, sino también en el estudio de las luchas
en contra del régimen colonial por sus roces y enfrentamientos
con las autoridades. De hecho, luego del Movimiento Samil
de 1919, la insurgencia armada se vio menguada
y una considerable parte de la resistencia fue canalizada
hacia los movimientos rurales, entre los cuales merecen
citarse los desplegados por sectores del cristianismo, la
religión Cheondo y el Movimiento Vnarod realizado por los medios de prensa coreanos
en pro de la alfabetización y concientización del campesino.
El
objetivo de este trabajo es analizar el caso de Kim Yong-ki
(一家
金容基)
y su labores
en pro del isangchon, comunidad campesina autárquica económicamente.
Desde el punto de vista historiográfico, el fenómeno de
los isangchon durante el período colonial
fue abordado, paralelamente, en sus aspectos económicos
como parte de los movimientos rurales, y en lo político
como uno de las variantes de la lucha por la independencia.
El primero de estos abordajes considera el surgimiento de
estas comunidades como meros ejemplos de los trabajos realizados
por las iglesias cristianas protestantes en el ámbito rural.
En este sentido, el caso de Kim Yongki y el de otros tantos
pierden sus especificidades y originalidades al ser encuadrado
dentro de un proceso mayor y, supuestamente, homogéneo.
Sin embargo, esta interpretación
conlleva las típicas limitaciones de las tradicionales investigaciones
sobre los movimientos rurales cristianos, cuyo enfoque está
excesivamente centrado en las distintas órdenes de la Iglesia
Protestante y las asociaciones religiosas, por antonomasia
la YMCA, como bien lo ha señalado Han Kyumu (한규무). No se trata de restarle a la sede coreana
de la Asociación Cristiana de Jóvenes su peso en los movimientos
rurales cristianos, pero la tendencia a la alineación única
simplifican e homogeneizan a los demás movimientos cristianos
con perfiles y contenidos diferentes. Basta con los textos
de Min Kyongbae (민경배) y Um Hyesun (엄혜순) para ver cómo el caso de Kim Yongki es
mencionado superficialmente y los demás trabajos sobre el
tema no difieren mucho.
En este sentido, es necesario indicar que
la historiografía sobre movimientos rurales cristianos no
logra superar la etapa inicial del debate. Fueron importantes
sus aportes al revelar la falta de voluntad de estos movimientos
para solucionar el problema de la tenencia de la tierra
o de los arrendamientos que estaba afligiendo seriamente
a los campesinos, o al criticar los límites estructurales
de un movimiento liderado por nacionalistas reformistas
que sostenían la auto-capacitación, tendiente a la simple
mejora de las condiciones materiales por sobre la resistencia
política. Pero desde esta perspectiva pasiva y derrotista
de la historia colonial, no hay espacio suficiente para
el análisis del caso de Kim Yongki.
Si nuestro personaje ocupa
un segundo plano en la historiografía sobre los movimientos
rurales cristianos, en el lado de la historiografía de la
lucha por la independencia
algunos de sus aspectos se ven sobredimensionados. Se omiten
deliberadamente la historia personal de Kim y sus pensamientos,
y su imagen es magnificada como la de un hombre cuya vida
la ha dedicado a pelear contra el régimen colonial junto
a Ryo Unhyung (夢陽
呂運亨), creando ligas campesinas y organizaciones
clandestinas. Son estos hechos verdades, pero truncas
si tomamos en cuenta que los isangchon fundados por Kim, a diferencia
de otros destinados a funcionar como bases para la lucha
armada, tenían
como principal meta conformar comunidades campesinas basadas
en la fe cristiana.
Unas pocas líneas no bastarán
para correr el velo que cubre el tema. No obstante, serán
útiles para una primera aproximación exploratoria del movimiento
propulsado por Kim Yongki, entre el ideal religioso que
soñaba con transformar Corea en Canaán y la tarea de resistir
al dominio colonial.
La niñez
Kim Youngki nació el 5 de
septiembre de 1909, como el cuarto de cinco hermanos entre
Kim Chunkyo (金春敎, padre) y Kim Kong-yun (김공윤, madre). Su familia pertenecía
a los Kim de Andong (안동), clase dominante absoluta
durante el período Chosun tardío, y tenía a su cargo los
rituales para reverenciar a los ancestros. Chunkyo, el padre,
era, además de ser un erudito tradicional confuciano, un
campesino, quien sentía orgullo por sus labores con la tierra
en una sociedad todavía tradicional, donde el trabajo y
sudor no estaban bien vistos para los miembros de la nobleza.
El mismo Yongki recuerda, en sus escritos, que su progenitor
se avergonzaba de ser descendiente de unos ancestros que
nunca habían trabajado la tierra para obtener su alimento.
Además, Chunkyo se convirtió
al cristianismo en contra de un entorno fuertemente arraigado
a la tradición confuciana, siendo objeto de burlas y ataques
de los parientes. A los tres años de edad, su cuarto hijo
padecía una desconocida enfermedad, cuando, en medio de
los pesares, vio por casualidad un versículo de la Biblia
escrita en un folletín que lo conmovió y lo llevó a adoptar
la nueva religión. Es así que Yongki ya se encontraba rodeado
de los elementos que más adelante serían los principios
básicos de sus isangchon: el amor y orgullo por arar
la tierra y la fe cristiana.
El niño Kim Yongki, quien
habría crecido bajo el cuidado de unos padres relativamente
“liberales”, estudió en un seodang
del pueblo, especie de academia donde se enseñaba textos
confucianos, hasta ingresar a los 13 años a la escuela media
Kwangdong (광동중학교) ubicada en Yang-chu (양주), no muy lejos y al norte
de Han-yang, la actual ciudad de Seúl. Este establecimiento
educativo había sido fundado por Ryo
Unhyung en 1907, con el fin de formar a la nueva generación
siguiendo criterios pedagógicos modernos. Durante los años
en la escuela, Kim Yongki no tuvo a Ryo como maestro por
estar éste fuera del país, pero habría recibido de su director
Kim Jin-ho y su maestro Cho Wontaek enseñanzas sobre la
realidad del país y la oposición al régimen colonial, respaldadas
por su participación personal en el Movimiento
Samil.
Hacia
el año 1927, al egresar de la escuela Kwangdong, nuestro
personaje se encontraba más preocupado por derrotar el Imperio
japonés y vengar el sufrimiento de su pueblo que por fundar
isangchon. Decidió
que debía convertirse en el conquistador del continente
chino para poder vencer a Japón, y se dirigió secretamente
a Manchuria. Hasta pensó en entrar a un grupo de vándalos
que estaba adquiriendo fuerzas en la región para, un día,
transformarse en su líder. La pueril megalomanía no duró
mucho: lo que Kim Yongki halló en esas tierras no fueron
esperanzas para el porvenir de sus connacionales, sino una
miseria extrema por la que éstos estaban atravesando. A
la postre, siguiendo los consejos de un reverendo protestante
coreano que conoció en el lugar, retornó a casa, vía Pyongyang,
después de 70 días.
El
primer isangchon
De regresó en casa, Kim Yong-ki
pasó un tiempo meditando sobre su futuro, hasta que, siguiendo
las últimas palabras de su padre, concluyó que el resto
de sus días lo pasaría trabajando la tierra. Estuvo dos
años arando y sembrando y obtuvo la auto-confianza y seguridad
suficientes para soñar con el reino de Dios en estas tierras,
el isangchon.
Había logrado la confianza de la familia y el pueblo y quería
construir un “pequeño reino” que se rigiera según los ideales,
una comunidad o aldea próspera económicamente, cuya vida
se desarrollara en torno a la Iglesia y la voluntad divina,
y donde las personas se amaran como hermanos.
Dicho primer bosquejo de
isangchon realizado por Kim, puede parecer
la materialización de los ideales religiosos de un joven
que había llegado a soñar con convertirse en el líder del
continente chino. Sin embargo, evidentemente pesaron más
las enseñanzas de su padre, quien sostenía que para recuperar
la soberanía política del país antes había que alcanzar
la independencia económica, y para esto los intelectuales
y la gente con cierto nivel de instrucción debían insertarse
en el campo para elevar la producción. Por lo tanto, es razonable considerar
que, a diferencia de los isangchon creados en Manchuria como bases
de apoyo para el ejército independentista, la intención
de Kim era constituir una comunidad religiosa con la agricultura
como sustento material, con una proyección a largo plazo
previendo la independencia que algún día arribaría a la
península. A todo esto se le agrega, en un plano menor,
su oposición personal al dominio colonial.
Como el primer paso para
el isangchon,
Kim montó un pequeño negocio en las obras de construcción
de la línea Central del ferrocarril, acumulando un capital
importante en corto tiempo. Pero la mala inversión en una
mina de oro lo dejó con las manos vacías, y tuvo que recurrir
a un préstamo para adquirir un terreno montañoso de 9900m²
cerca de su pueblo, donde realizó la primera roturación
experimental. Después de tres años de esfuerzo, esas tierras
vírgenes se transformaron en una huerta en pleno funcionamiento,
la cual vendió para pagar la deuda y con la diferencia compró
un terreno de 13.200m² para iniciar formalmente la creación
del isangchon.
Ya con el terreno confirmado,
convocó a los socios que se sumarían a sus planes, siendo
los primeros sus hermanos y Ryo Unhyuk (여운혁), quien dejó atrás su pueblo
natal en Yangpyung (양평). Éste último, a quien conoció
años atrás cuando tenía un negocio en las obras del ferrocarril,
era primo lejano de Ryo Unhyung y permanecería a su lado
durante los siguientes 20 años en las buenas y las malas.
La relación entre los dos hombres era tan estrecha que el
segundo hijo de Kim, Bumil (범일), consideraba a ambos como
sus padres por igual.
Posteriormente se acercaron
personas como Lee Injun (이인준) desde Hongchun (홍천) y Choi Kwang-ryul (최광열) desde Kwangnung (광능). Hasta los propios vecinos,
quienes en un principio se burlaban de Kim, deseaban unirse
al proyecto, y hubo quienes vinieron desde Seúl y Machuria
para formar parte de la comunidad. Pero, para mantener un
nivel adecuado de productividad por persona que garantizara
el sostenido crecimiento, no era posible aceptar a todos
los candidatos, y entre diez familias fundaron el isangchon llamado “Bong-an (奉安)”.
La administración del isangchon
El éxito de Kim en la roturación
de tierras vírgenes y hostiles no se debió simplemente al
trabajo físico o a la suerte. En su texto observamos que,
al momento de roturar experimentalmente el primer terreno,
él ya tenía establecidos los estrictos métodos de roturación
y las normas para administrar la huerta/granja, que fueron
constantemente aplicados en los isangchon durante los años. El contenido
puede ser resumido de la siguiente manera.
1)
Ubicación del terreno a roturar
Debe estar a una distancia
menor a: 1) 40km de una ciudad grande, 2) 12km de una ciudad
pequeña y 3) 4km de la ruta.
2)
Relieve del terreno a roturar
Tapado por una montaña en
la dirección noroeste, despejado hacia el sudeste, arroyo
por delante y en los laterales, y sin peligro de inundaciones.
La pendiente deseada es de 10º-15º.
3)
Tipo de suelo
En el monte de muchos árboles,
sembrar árboles frutales, mientras que si hay mucha maleza
destinar el lugar a la horticultura. Evitar tierras pantanosas.
4)
Reconocimiento del suelo
Cavar en diversos puntos
una profundidad de dos palmas. Si se hallan agua, piedras
y/o arcilla, no es apto para cultivos normales.
5)
Dimensión del terreno
Por familia, 3300m² para
cultivos y 1980m² para ganado y vivienda.
6)
Etapas de la roturación
Octubre: eliminar los árboles
Noviembre: rellenar las tierras
bajas
Diciembre: reservar las plantas
de semillero y comprar pesticida, animales reproductores
y las herramientas de trabajo
Enero: planificar el trabajo
anual y mensual y elaborar el libro de contabilidad
Febrero: visitar a los parientes,
alimentarse bien con una cabra gorda y reposar
Marzo: iniciar la roturación,
desde las tierras más bajas a las más altas, y terminarla
en un mes
Abril: sembrar los árboles
y las semillas
Mayo-Agosto: cuidar rigurosamente
el cultivo
7)
Utilización del dinero
3/10 en la compra del terreno;
1/10 para la construcción de la vivienda, el establo y el
pozo; 1/10 para la adquisición de pesticida, abono, plantas
de semillero y herramientas; 1/10 para el animal reproductor
y alimento para el ganado; 1/10 para semillas, fertilizante,
pesticida y herramientas.
Además de estos puntos, Kim
ya tenía planificado minuciosamente todos los trabajos que
se iban a realizar en la comunidad “Bong-an”, con detalles
que incluían las ganancias anuales, el estado físico de
las personas, las recomendaciones y cuidados para con los
vecinos, y el énfasis en la vida religiosa. Las batatas
pasaron a ser el cultivo más representativo de su isangchon,
algo que él les recomendaba a todos y cuya técnica de conservación
fue mejorada por él mismo, a tal punto de ser conocido como
el “Dr. Batata”.
Una de las metas centrales
del isangchon
“Bong-an” era elevar la calidad de vida de su gente, comenzando
por mejorar las técnicas de cultivo que iban acompañadas
de una educación moral con acento en el trabajo y sacrificio.
La filosofía de la comunidad era gozar de la libertad de
la propiedad privada, compartir el excedente con el prójimo
y donar una parte a la Iglesia para ser utilizado en beneficio
del bien público.
La comunidad “Bong-an”, fundada
en 1935, duró más de 15 años hasta ser bombardeada durante
la Guerra de Corea, siendo el isangchon
de mayor longevidad conocido. Sus principales logros durante
este lapso se detallan a continuación.
1) Cooperativa de trabajo
asociado: promover la reciprocidad mutua y el cambio social
evitando las contradicciones del sistema capitalista.
2) Cooperativa de consumidores:
reducir los costos por medio de compras colectivas.
3) Campaña de ahorro: racionalizar
la construcción de la vivienda según el uso y la disponibilidad,
reemplazar el arroz por otros granos y tubérculos, evitar
la ostentación y vestirse de acuerdo con los quehaceres
cotidianos.
4) Ayuda mutua en las celebraciones
y los pesares.
5) Educación infantil: instalación
de un jardín de infantes dentro de la iglesia “Bong-an”.
6) Educación juvenil: inculcar
el amor por Dios, el prójimo y por la tierra, y enviar al
menos un hijo a la escuela media en Seúl.
7) Campaña de alfabetización.
Kim Yongki y la causa nacional
Kim creció viendo las pesadumbres
del sistema colonial japonés y a los 9 años participó del
Movimiento Samil.
También se ha señalado que en su juventud soñó alguna vez
con conquistar China para vengar a su gente. Sin embargo,
los roces directos con las autoridades coloniales se produjeron
en la adultez, ya cuando había decidido dedicar su vida
al isangchon, siendo padre de varios hijos.
Se resistió a cambiar su nombre al japonés, a rendir homenaje
en los santuarios jinja,
y al acto cívico ordenado para antes de celebrar el culto
en la iglesia. Por estas causas, su hijo mayor fue expulsado
de la escuela y él mismo fue interrogado una incontable
cantidad de veces por la policía.
Aclaramos aquí que son exageradas
las afirmaciones de Park Won, quien sostiene que la comunidad
“Bong-an” funcionó como el núcleo del movimiento por la
independencia, plenamente reconocida por todos. No obstante,
debemos indicar que todos sus miembros compartían las causas
nacionales en oposición al dominio colonial. Muchos, personas
de organizaciones clandestinas o llamadas a alistarse al
ejército perseguidas por las autoridades, se acercaron buscando
refugio en la comunidad, la cual los encubría como personal
de la huerta o enfermo al cuidado, o los escondía en un
rincón de la casa.
El caso más llamativo es
el de Ryo Unhyung. Al inclinarse desfavorablemente la balanza
de la guerra, la persecución y vigilancia de los sujetos
que peleaban contra el régimen se hizo más acentuada. A
Ryo, director del diario Joong-ang Ilbo (중앙일보) aquel momento, se le prohibió
permanecer en la capital y, entonces, Kim le dio acogida
a toda su familia, conviviendo tres años hasta la independencia.
La culminación de la resistencia
frente al dominio colonial fue la reunión de representantes
campesinos de Goyang (고양), Yangpyong y Hongchun,
convocada en octubre de 1944 para establecer un plan de
lucha contra la expropiación de bienes y las levas forzosas. Además se les impartió directrices a
los jóvenes del pueblo que estaban estudiando en Seúl para
organizar un grupo de 30 personas, quienes se dispersarían
hacia diferentes puntos del país para enseñar sobre la situación
nacional.
Isangchon luego de la independencia
Al ver que ya no era necesaria
su presencia para el funcionamiento de la comunidad, Kim
Yongki inició su segundo proyecto en la Granja “Samgaksan”
(삼각산
농장), con la intención de difundir
sus experiencias en “Bong-an”. En la primavera boreal de
1946, comenzó la roturación de 42.900m² en el departamento
de Goyang, continuando con su firme convicción de que era
su deber roturar las tierras abandonadas y liberar a los
hombres de la vanidad. Eran tiempos en los que, a pesar
de la reconocida importancia de la agricultura, el campo
sufría un creciente éxodo rural.
Permaneció en Goyang tres
años y medio y, luego, en plena guerra entre las dos Corea,
comenzó a trabajar en su tercer lugar, “Edenhyang”, en marzo
de 1952. Adquirió 198.000m² de tierra en el departamento
de Yong-in, al sudoeste de Seúl, y 27 jóvenes se plegaron
a tus planes. Por la guerra, escaseaban los alimentos y
debían limitar las raciones proporcionalmente a la capacidad
de trabajo. Una vez terminada la roturación, sembraron batatas
y árboles frutales y, a diferencia de las anteriores comunidades
donde se impulsaron campañas de alfabetización, se puso
mayor énfasis a la educación al fundar la Escuela Agraria
Superior Evangélica de Yong-in (용인복음고등농민학원),
que en el presente sigue en pie convertida en una escuela
de nivel medio.
Una vez terminada la guerra,
Kim no se contentó con permanecer en tierras ya roturadas
y en plena producción. Se instaló con su familia en el departamento
de Hwangsan, en las cercanías de Seúl, para, nuevamente,
roturar tierras vírgenes. Es en este lugar donde se levantaría,
años después, la primera Escuela “Canaán” para el Ejército
de Campesinos (가나안농군학교), ya que, con el avance de los éxitos
en la roturación, un sinnúmero de personas comenzaron a
llegar para aprender el método de trabajo de Kim, hasta
el punto de formalizar los cursos impartidos ahí. El término
“Ejército de Campesinos (農軍)” se refiere a la voluntad
de formar “soldados” que luchen contra la corrupción y la
pobreza a través del trabajo en el campo.
El proyecto en Hwangsan se
llevaron a cabo siguiendo las mismas pautas establecidas
en los 30 para labrar tierras vírgenes, basado en la estricta
disciplina casi puritana. El día que la Escuela “Canaán”
fue inaugurada oficialmente, se acercó a la granja nada
más y nada menos que Park Jung-hee (박정희) en calidad de Presidente
del Junta Máxima para la Reconstrucción Nacional, y prometió
todo el apoyo del gobierno.
Kim recibió del Ministro
de Información la condecoración por haber contribuido al
desarrollo de la región y fundó la segunda Escuela “Canaán”
el año 1973.
Conclusión
En breves líneas, con todas
las limitaciones que eso implica, hemos considerado el caso
de Kim Yongki y su afán de realizar sus ideales a través
de las comunidades campesinas denominadas isangchon.
El movimiento iniciado por Kim no fue el único de su tipo.
Tanto en Manchuria como en otros puntos de la península
coreana, se crearon isangchon con fines económicos y/o políticos,
pero, sin dudas, el caso del fundador de la Escuela “Canaán”
es el más exitoso. Todas sus roturaciones funcionaron y
convirtieron tierras abandonadas en huertas y granjas. Siempre
contó con compañeros que convivieran bajo la ética cristiana,
más allá de la austera forma de vida. Sus aldeas no habrán
sido bases militares para el ejército independentista, pero
nunca fue ajeno a los sufrimientos de su gente y supo mantener
un movimiento durante décadas.
Sin embargo, uno de los puntos
más interesantes de la historia de Kim Yongki es que nos
ofrece varias vetas para repensar la historia de su país,
ya que su vida transciende varias fronteras y divisiones.
Una de ellas ya fue mencionada líneas arriba: la historiografía
sobre los movimientos rurales cristianos, por una parte,
y la historiografía sobre la lucha anticolonial, por otra,
paralelamente divididas. Hemos visto que el fundador de
“Bong-an” se ubica transversalmente entre ambas.
Además, la historia familiar
de Kim y su niñez transcienden los límites de dos sociedades
totalmente diferentes: una, de economía preindustrial y
dominada por la mentalidad confuciana, la otra, basada en
el sistema capitalista y abierta a la modernización y sus
valores. La infancia de Kim es exactamente el estereotipo
de la transición. Su padre parece ser un trasgresor, al
ser un miembro importante de una familia representativa
de la clase dominante coreana del período preindustrial,
pero que se avergüenza de sus antepasados nobles y acepta
el cristianismo foráneo. Inclusive la educación recibida
por el pequeño Yongki, mitad tradicional y mitad moderna,
retrata la intensa mutación que estaba sufriendo Corea.
Por último, nuestro hombre
transciende la frontera cronológica establecida entre dos
períodos de la historia coreana del siglo XX: la historia
colonial y la historia luego de la independencia, o, si
tomamos los términos generalmente aceptados en la historiografía
coreana actual, la historia “moderna” y la historia “contemporánea”.
Las distintas comunidades que creó Kim supieron mantener
la esencia durante décadas, desde el pleno régimen colonial
hasta el pleno desarrollo de la industrialización. El Movimiento
Isangchon, nacida en los 1930, logró hallar
un verdadero Arca de Noé en Kim. No sólo sobrevivió a los
diferentes regímenes y a la guerra, sino que fue una fuente
de inspiración para el Movimiento Semaul del gobierno de
Park Junghee.
Habrá otras vetas que discutir,
pero éstas son suficientes para comprobar el carácter sugestivo
del caso de Kim Yongki.
-FIN-
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