Pedro Barreiro                                                              

Profesor de Culturas Antiguas

Oriente – Grecia y Roma

Facultad de Humanidades -UNComahue -

 

 

Reflexiones acerca del Estigma y Estigmatización en el Mundo Antiguo

 

        Erving Goffman en su obra “Stigma” publicada en 1963 [1] indica que: “la palabra estigma procede de los griegos, que crearon el término estigma para referirse a signos corporales pensados para exponer algo inusual y malo acerca del estado moral del significador. Los signos se marcaban a fuego o a cuchillo en el cuerpo y anunciaban que el portador era un esclavo, un delincuente o un traidor, una persona manchada, ritualmente contaminada, a la que debía evitarse, especialmente en los lugares públicos”. [2]       

 

       Goffman al intentar dar una definición de estigma, relaciona el término con: “la abominación del cuerpo, la mancilla de la personalidad individual y la pertenencia a un grupo social despreciado” [3] . El elemento en común que tienen estos tres puntos antes señalados es “la identidad deteriorada”. [4]   

 

        Sustituimos la identidad de las personas afectadas por algún rasgo en particular estigmatizándola. Por la ceguera llamamos a las personas ciegas, por la pérdida de la capacidad auditiva, sordos, y así a todo tipo de limitación que podríamos encuadrar en físicas y mentales, lo que nos lleva a denominar a la persona, cojo, rengo, tonto, e innumerables adjetivaciones.

 

        De esta manera se dirigían sus compañeros de clase a un estudiante que había perdido un ojo, ¡eh tuerto ahí va la pelota!, ¡pero estas ciego que no la agarras!

 

       “El estigma es un proceso social, o una experiencia personal conexa, caracterizado por la exclusión, condena o devaluación, que resulta de un juicio social adverso, sobre una persona o un grupo. El juicio se basa en un perdurable rasgo de identidad, atribuible a un problema de salud o a un estado relacionado con la salud, y este juicio es, fundamentalmente, médicamente injustificado” [5]

 

       A su vez, a través de preconceptos, prejuicios y tradiciones,  se ha estigmatizado a personas con algún tipo de discapacidad, en novelas, cine, pintura, escultura y, múltiples expresiones de la cultura. La historia las señala como propensas al mal, o predispuestas a realizar algún tipo de fechoría.

 

       La lista a enumerar sería muy extensa, pero basta mencionar, a modo de recuerdo: El Jorobado de Notre Dame, El Fantasma de La Opera, El asesino del Museo de Cera, y mas cercano a nosotros, El asesino de la serie televisiva El Fugitivo que era manco, como también El Capitán Garfio de Peter Pan.

 

       También se estigmatiza a las personas en silla de ruedas, paralíticos y cuadripléjicos, sordos, ciegos, rengos, sidosos, etcétera, como productos de la imprudencia y del mal.          

 

       Prevención, rehabilitación, equiparación de oportunidades, y la asistencia de mantenimiento para las personas necesariamente dependientes [6] , son los cuatro pilares para saber como resignificar actitudes y construir en la diversidad.

 

       El mundo antiguo fue un mundo de exclusión. Es sabido que en la antigüedad se excluía a la persona que no entraba en los parámetros de la sociedad en la cual vivía.

Sin embargo, el mismo mundo antiguo nos brinda ejemplos de inclusión desde su más remoto pasado.

 

      Uno de los primeros indicios que obra a favor de la atención a las discapacidades es el descubrimiento del yacimiento de Neandertales en la cueva de Shanidar ubicada en el territorio de Irak. Entre los restos de esqueletos, uno de ellos, al ser estudiado y analizado en el laboratorio, se pudo determinar que tuvo malformaciones congénitas (atrofia y deformidad del hombro y del brazo derecho). A través de los métodos de datación y la estructura del esqueleto se pudo determinar que era un hombre de aproximadamente 40 años de edad, prácticamente el promedio de años que vivía el grupo. Pero para que llegara a esa edad tuvo que haber sido asistido con alimentos, cuidados y, considerado parte del grupo.

      Es cierto, que no era una conducta practicada por los hombres primitivos, ya que al ser cazadores recolectores tales situaciones retrasaba su andar. Generalmente, se cree, abandonaban a los que no podían sustentarse por sus propios medios, y muchas veces hasta limitaban su crecimiento vegetativo abandonando a los recién nacidos y, también lo hacían con los ancianos.

      Sin embargo, en este caso, todas las heridas muestran signos de curación, lo que estaría indicando que el grupo alimentaba, protegía y ayudaba a los enfermos  o lisiados. [7]

 

      Por otra parte el siguiente relato nos pone frente a como la sociedad estigmatiza a los individuos. 

 

     “Los dioses están hartos de trabajar, así que piden a Enki, señor de la sabiduría, además del agua, que haga algo. Enki le manda a su madre Nammu, el océano primigenio, que traiga barro, y a Ninhursag, la diosa de la tierra, que le dé a ese barro la forma de los dioses. Estos celebran el feliz acontecimiento y en la fiesta Enki y Ninhursag se emborrachan un poquito. Ninhursag modela seis criaturas más, de las hechas anteriormente pero disparatadas y/o defectuosas, y desafía a Enki a que les otorgue un lugar en el mundo y un destino a cada una, cosa que logra hacer el dios, tan ingenioso como siempre”. [8]

 

      El exceso y la imprudencia generaron estas criaturas disparatadas. Asag es la enfermedad y creador de las deformaciones en las personas, y cuando eso ocurre hay que realizar actos de purificación para poder salir de tal situación y, muchas veces al no salir de ellas uno es apartado de la sociedad. Es el mal el que ha producido la enfermedad o deformación.

 

      Estigmatizar presupone marcar o señalar a una persona o grupo, considerándolas indignas de ser incluidas en la sociedad. Esto da lugar a la discriminación y el ostracismo.

 

     Podemos estigmatizar a quienes consideramos impuros, inmundos o peligrosos: a quienes son distintos de nosotros mismos o viven de manera diferente, o a quienes son simplemente extraños. Es así como a lo largo de este proceso generamos estereotipos nocivos y perpetuamos la injusticia y la discriminación”. [9]

        

     En la crónica de un Rey-Sacerdote de la región de Uruk – Sumer - , una fuente denominada “La Reforma de Urukagina” aproximadamente 2350 años antes de Cristo, se puede leer cual era la conducta de los que tenían el poder con respecto a las personas discapacitadas e indigentes, y como Urukagina produce las reformas tendientes a protegerlos:

 

          “¡Estos eran las costumbres de antaño!

            Cuando un grande quería sacar agua de un pozo tomaba a un ciego, la hacia trabajar y no le pagaba.

             Entraban en el jardín del indigente y de la viuda y se apoderaban del fruto de sus árboles.

             Pero, cuando los dioses me dieron la realeza, reformé las costumbres de los tiempos de antaño.

             […] el que toma a un ciego para sacar el agua de un pozo debía pagar lo que corresponde, e impedí que entraran en el jardín del indigente y de la viuda para apropiarse del fruto de sus árboles” [10]

 

       La fuente nos permite percibir, un claro propósito propagandista, para justificar el ascenso de Urukugina al poder. Lo destacado aquí es señalar como sus antecesores habían incurrido en todo tipo de abuso, especialmente sobre las personas con limitaciones. [11]

      

       El estigma implica a menudo un ejercicio consciente o inconsciente de poder sobre los vulnerables y marginados. [12]

 

       Algunos ejemplos Griegos

 

    Hefesto el dios del fuego en Grecia es un claro ejemplo de: ¿qué hacer con un dios cojo?.

    De este defecto físico se daban varias explicaciones míticas. La más corriente es la que cita la Ilíada: Hera disputaba con Zeus acerca de Heracles, y Hefesto salió en defensa de su madre, Zeus, entonces lo tomó por un pie y lo lanzó fuera del Olimpo. Hefesto estuvo cayendo por espacio de un día entero, hasta que, al atardecer dio en la tierra, en la isla de Lemnos, donde quedó maltrecho, casi sin respiración. Fue recogido por los Sintios quienes lo reanimaron, pero quedó cojo para siempre.

 

    Otra leyenda sobre el mismo tema narrada también en la Ilíada: Hefesto era cojo de nacimiento, y su madre, avergonzada, decidió ocultarlo a la vista de las demás divinidades; por eso lo arrojó desde lo alto del Olimpo. Hefesto cayó en el océano, donde fue recogido por Tetis y Eurínome, que le salvaron la vida y lo criaron por espacio de nueve años en una gruta submarina. En el curso de estos años forjó y fabricó para ellas numerosas joyas, y le guardó siempre un profundo agradecimiento por sus bondades  para con él. Es digno de decir que Hefesto también pensó en vengarse de su madre, (ese es el lado oscuro), fabricó un trono de oro, en el que unas cadenas sujetaban al que se sentase en él, y lo envió a Hera. Está se sentó impudentemente y quedó atada, sin posibilidad de librarse de sus ataduras. Nadie conocía el modo de lograrlo, sólo Hefesto poseía el secreto”

     “Hábil y diestro para los trabajos, seductor, y excelente amante, siempre es señalado como el que mantuvo innumerables amoríos, entre ellos con Cárites,  La Gracia por Excelencia, con Ágale, la más joven de las Cárites, pero sobre todo con Afrodita. Participó también en la creación de Pandora, la mujer entregada a Dédalo.” [13]  

 

     Al parecer no se amedrentó por ser estigmatizado. Por el contrario, aparentemente le fue ventajoso. Al respecto señala Goffman: “que las personas estigmatizadas aprenden afrontar esta situación cultivando categorías de “otros compasivos”, en cuya presencia pueden tener la seguridad de ser aceptados” [14] .

 

      Tersites es otro ejemplo de como se trataba al que poseía algún defecto o discapacidad.

       Según la Ilíada es el más feo y cobarde de todos los griegos que participan en la campaña. Es cojo y patizambo, jorobado, y su cabello es escaso. Cuando Agamenón pone a prueba a los soldados ofreciéndoles levantar el sitio, Tersites es uno de los primeros que aceptan esta solución, y figura como uno de los cabecillas de la sedición que está a punto de estallar. Ulises lo castiga con un gran bastonazo, y él se desploma entre las burlas de los soldados”. [15]

 

     No pertenece al sector reconocido como igual, al decir de Goffman, “no pertenece al grupo de los “sensatos”, que son aquellas personas a las que Goffman califica de “normales”, pero cuya relación con los individuos estigmatizados les confiere “pertenencia de cortesía al clan”. [16]

 

      Ser ciudadano, es poseer rasgos finos y delicados, y ser héroe. El otro, el no ciudadano, es de rasgos oscuros y duros, con un actuar solapado y cobarde. La representación se vuelve significativa cuando se ve en el friso del Partenón, representada la lucha contra los centauros, seres de rasgos duros y deformes.

 

      La condición de estigmatización tiende a eliminar a aquellas personas que a juicio de la sociedad con la cual comparten el “habitus” no les permite ser parte de ella.

 

      Basta prestar atención a Platón en “República” Libro V, 460 b-c: “En cuanto a aquellos cuyo cuerpo está mal constituido, se los dejará morir, y se castigará con la muerte a aquellos cuya alma es naturalmente incorregible” […] “los hijos de los individuos inferiores e igualmente los de los otros, si nacen con alguna deformidad, serán ocultados, como es debido, en algún lugar secreto e incierto”

 

       El estigma medra en el silencio y la negación. [17]

     

       En el pasaje 460 y 461 b-c, Platón considera legítimo el infanticidio, en algunos casos. Lo hace en forma velada y no abiertamente. Sin embargo, pudiera interpretarse no ya como infanticidio, sino la relegación a una clase inferior (III, 415 c). Excepto en Tebas, era general, al precipitarlos en el Monte Taigeto (Plutarco, Licurgo 16,1; Aristóteles, Política 1335 b). El último aboga, en forma clara, por la exposición y el aborto en casos de deformidad y exceso de la población.” [18]

 

       La sociedad busca formas de hacerla obvia, así lo expresa el Informe de ONUSIDA, al mencionar que en la Alemania Nazi, los judíos tenían que llevar una estrella amarilla, y una campana los leprosos. Afirma Goffman: “radica en manejar la información…Mostrar o no mostrar, decir o no decir, revelar o no revelar, mentir o no mentir, y en cada caso, a quién, cómo, cuándo y dónde.” [19]

 

       Algunas voces han llegado a decir que esta propuesta por parte de Platón tiende a preservar la vida de la sociedad, o esta motivada por conveniencias funcionales, o como en el caso de Esparta por razones de supervivencia colectiva. El mejor ejemplo de lo expresado es Efialtes. Sobrevivió al Taigeto, pero jamás pudo incorporarse al grupo de los homoioi ante el avance los Persas en Termópilas. El ponía en riesgo la vida de sus compañeros, al no poder cubrir con su escudo la altura requerida en la batalla, y por lógica consecuencia, poner el riesgo el triunfo. 

 

        Vemos que cuando la sociedad estigmatiza, excluye, y argumenta, que su accionar se basa y justifica en preservar la su entorno con el fin de evitar males mayores.      

 

        

          En el mundo judeo – cristiano el estigma es consecuencia del pecado.

     

         Así lo entendieron los amigos de Job. Para estar en esa situación de postración, pérdida de los bienes materiales y de la salud, algún pecado oculto había que confesar.

 

         Las normas establecidas por la sociedad y con una clara justificación religiosa, determinaron, pautas de pureza y santidad. Por tal motivo, poseer algún tipo de impedimento físico era un condicionante para poder ser sacerdote.

       

         “Porque ningún varón en el cual haya defecto se acercará, varón ciego, o cojo, o mutilado o sobrado, o varón que tenga quebradura de pie o rotura de mano, o jorobado, o enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o testículo magullado” Levítico 21:18-20.

 

         Si se estaba enfermo, de las más variadas enfermedades o limitaciones físicas y mentales, todas eran producto del mal. El enfermo debía presentarse ante el sacerdote para mostrar su cuerpo, y una vez curado no debían encontrarse rastros de la enfermedad para poder ser purificado, y si no la obtenía debía ser separado del grupo, e ir diciendo en voz alta su condición de leproso, ciego. Se había convertido en inmundo.

 

         “Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará ¡inmundo! ¡inmundo!. Habitará sólo, fuera del campamento será su morada”. Levítico 13:45-46.

 

         Naaman era un excelente general, y muy rico, “valeroso en extremo, pero leproso” 2do. Libro de Reyes 5:1. Tenía que cubrirse, y su enfermedad menguaba su poder. Era inmundo. Tuvo que ser asistido por el profeta Eliseo para ser curado.

 

         La pureza y orden, señala Mary Douglas, “es el valor supremo de la sociedad: es la ley que gobierna la pureza y la contaminación que la salvaguardan: es la religión que articula el sistema de creencias  e institucionaliza los rituales en los que  encuentra expresión la vida corporativa de la sociedad.” [20]  

        

          Los defectos físicos y mentales eran considerados como causa de inmundicia, porque deformaban la imagen de Dios en el ser humano.          

 

          Ya lo expresamos en páginas anteriores: “La abominación del cuerpo, la mancilla de la personalidad individual y la pertenencia a un grupo social despreciado”, es lo que señala Goffman como elementos que determinan una “identidad deteriorada”. [21]

 

          La tradición Judea-cristiana, rescata el actuar de Jesús ante la actitud de la mujer que toca su  manto en secreto.

          “Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Y negando todos […] Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y como al instante había sido sanada.” Evangelio de Lucas 8: 43-47.

 

           Su condición le impedía estar entre la gente, la norma le hacia impura y por ende estigmatizada. El silencio y el ocultarse entre la gente era su seguridad. El aventurarse a tocar el manto, la puso en evidencia, y arriesgándose a ser apedreada, encuentra su sanidad.     

 

        El estigma devalúa, rechaza y excluye.

 

        Iniciamos este trabajo con un ejemplo de la prehistoria,  como neandertales solidarios ayudaron a vivir a uno de sus pares asistiéndolo de tal manera que vivió casi 40 años.

       

        Otro caso se encuentra registrado en el 2do. Libro de Samuel 4: 4: “Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies […] y moraba Mefi-boset en Jerusalén porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies”.

       La asistencia por parte de David hacia Mefi-boset “el que quita la vergüenza”, fue mostrar un accionar inclusivo en la vida del Israel antiguo.

 

       El mundo antiguo nos llevó por caminos duros, de ocultamiento, de segregación y de muerte, estigmatizando las diferencias, porque eran producto del mal y la imprudencia. Generando exclusión y discriminación social. También nos permitió  conocer a través de la historia, acciones de inclusión y solidaridad, asistiendo aquellas vidas que necesitaban apoyo para superar limitaciones.

 

        En la actualidad nuestro mundo es un mundo que excluye, segrega, discrimina, y estigmatiza. Es imperioso, deconstruir el discurso estigmatizador, para construir a través de la reflexión, de la solidaridad, de la inclusión, y dignificando la relación con el otro, resignificar actitudes que permitan generar un accionar esperanzador y reconciliador.

 

        Son de gran valor las palabras pronunciadas por Jesús, cuando dijo:

 

“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” Mateo 7:12.     



[1] La obra de Erving Goffman que lleva por título: “Stigma” publicada en 1963, esta traducida y se puede conseguir en castellano bajo el título: “Estigma. La identidad deteriorada”, Editorial Amorrortu, junio 1998, entre otras publicaciones.

[2] Goffman, Erving: “Stigma”. 1963, Edición 1990, página 13 citado por Paterson, Gillian: “VIH y SIDA: el reto y el contexto. Conceptualización del Estigma” en Informe de un seminario teológico enfocado al estigma relacionado con el VIH y el SIDA, ONUSIDA, Windhoek (Namibia), 2003. pág. 35.

[3] Ibidem, pág. 35

[4] Las propuestas de Goffman Erving son analizadas en profundidad por Paterson, G., con el aporte de académicos de trayectoria en el análisis del estigma, por lo cual se recomienda su lectura.

[5] Mitchell G. Weiss y Jayashree Ramakishna (2001): “Research on Reducing Stigma”, en Stigma and Global Health Conference. Obra citada por Gillian Paterson (2003): “Elaborando conceptos sobre el stigma”, en http://www.pastoralsida.com.ar/recursospastorales/elaborando_conceptos.htm. Traducción realizada por Paterson del texto original en inglés.

[6] Casado Demetrio (1995): “Ante la Discapacidad” en Colección Política, Servicios y Trabajo Social. Editorial Lumen. Buenos Aires. 1995. pág. 70

[7] Gore, Rick (2003): “Los Neandertales” en Nacional Geographic en Español, Los Orígenes del Hombre – de los primeros homínidos al Homo Sapiens. Pág. 129

[8] Kirk G. S. (1990): “El Mito. Su significado y sus funciones en la Antigüedad y otras culturas. Paidos Studio Básica. Barcelona. Pág. 115.

[9] Informe de un seminario teológico enfocado al estigma con el VIH y el SIDA, 8 – 11 de diciembre de 2003. Windhoek (Namibia), Introducción, pág. 11.

[10] Sanmartín Joaquín / Serrano José M.(1998): “Historia Antigua del Próximo Oriente. Mesopotamia y Egipto”, Akal textos. Madrid. pág. 78 “Los disminuidos físicos se mencionan frecuentemente en documentos de la administración estatal o de los templos, donde ejecutaban funciones compatibles con su estado: cuidado de ganados, artesanía, contabilidad (escribas), etc. (Waetzoldt, 1996). Los afectados por disfunciones múltiples o graves no aparecen en la documentación; los inválidos adultos fueron atendidos su duda por sus familiares”

[11] Liverani, M.(1995), “El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía”, Ed. Crítica, Barcelona. pág. 166-169.

[12] Ibidem; Informe de un seminario teológico…, pág. 11.

[13] Grimal, P. (1994): “Diccionario de etimología griega y romana”. Ed. Paidos. Barcelona. Pág. 228

[14] Ibidem, Goffman, E., 1990. pág. 13.

[15] Ibidem, Grimal P., 1994. pág. 504.

[16] Ibidem, Goffman, E., 1990. pág. 41.

[17] Ibidem, Informe de un seminario teológico…, pág.16.

[18] Platón : “República”, Eudeba, Buenos Aires, 1963.

[19] Ibidem, Goffman, E., 1990, pág. 57.

[20] Ibidem, Paterson G., VIH y SIDA: el reto…, pág. 38 cita a Douglas Mary: Purity and Danger: An Análisis of the Concepts of Pollution and Taboo. Londres y Nueva York, Routledge, 1966.

[21] Ibidem, Informe sobre un seminario …, pág. 35.

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