Pedro Barreiro
Profesor de Culturas Antiguas
Oriente – Grecia y Roma
Facultad de Humanidades -UNComahue -
Reflexiones acerca del Estigma y Estigmatización en el Mundo Antiguo
Erving Goffman en su obra “Stigma” publicada
en 1963 indica que: “la
palabra estigma procede de los griegos, que crearon el término
estigma para referirse a signos corporales pensados para
exponer algo inusual y malo acerca del estado moral del
significador. Los signos se marcaban a fuego o a cuchillo
en el cuerpo y anunciaban que el portador era un esclavo,
un delincuente o un traidor, una persona manchada, ritualmente
contaminada, a la que debía evitarse, especialmente en los
lugares públicos”.
Goffman al intentar dar una definición de estigma,
relaciona el término con: “la
abominación del cuerpo, la mancilla de la personalidad individual
y la pertenencia a un grupo social despreciado”. El elemento en común que tienen
estos tres puntos antes señalados es “la identidad deteriorada”.
Sustituimos
la identidad de las personas afectadas por algún rasgo en
particular estigmatizándola. Por la ceguera llamamos a las
personas ciegas, por la pérdida de la capacidad auditiva,
sordos, y así a todo tipo de limitación que podríamos encuadrar
en físicas y mentales, lo que nos lleva a denominar a la
persona, cojo, rengo, tonto, e innumerables adjetivaciones.
De
esta manera se dirigían sus compañeros de clase a un estudiante
que había perdido un ojo, ¡eh tuerto ahí va la pelota!,
¡pero estas ciego que no la agarras!
“El estigma es un proceso social, o una
experiencia personal conexa, caracterizado por la exclusión,
condena o devaluación, que resulta de un juicio social adverso,
sobre una persona o un grupo. El juicio se basa en un perdurable
rasgo de identidad, atribuible a un problema de salud o
a un estado relacionado con la salud, y este juicio es,
fundamentalmente, médicamente injustificado”
A su vez, a través de preconceptos, prejuicios
y tradiciones, se
ha estigmatizado a personas con algún tipo de discapacidad,
en novelas, cine, pintura, escultura y, múltiples expresiones
de la cultura. La historia las señala como propensas al
mal, o predispuestas a realizar algún tipo de fechoría.
La lista a enumerar sería muy extensa,
pero basta mencionar, a modo de recuerdo: El Jorobado de
Notre Dame, El Fantasma de La
Opera, El asesino del Museo de Cera, y
mas cercano a nosotros, El asesino de la serie televisiva
El Fugitivo que era manco, como también El Capitán Garfio
de Peter Pan.
También se estigmatiza a las personas en
silla de ruedas, paralíticos y cuadripléjicos, sordos, ciegos,
rengos, sidosos, etcétera, como productos de la imprudencia
y del mal.
Prevención, rehabilitación, equiparación
de oportunidades, y la asistencia de mantenimiento para
las personas necesariamente dependientes, son los cuatro pilares para saber como
resignificar actitudes y construir en la diversidad.
El mundo antiguo fue un mundo de exclusión.
Es sabido que en la antigüedad se excluía a la persona que
no entraba en los parámetros de la sociedad en la cual vivía.
Sin embargo,
el mismo mundo antiguo nos brinda ejemplos de inclusión
desde su más remoto pasado.
Uno
de los primeros indicios que obra a favor de la atención
a las discapacidades es el descubrimiento del yacimiento
de Neandertales en la cueva de Shanidar ubicada en el territorio
de Irak. Entre los restos de esqueletos, uno de ellos, al
ser estudiado y analizado en el laboratorio, se pudo determinar
que tuvo malformaciones congénitas (atrofia y deformidad
del hombro y del brazo derecho). A través de los métodos
de datación y la estructura del esqueleto se pudo determinar
que era un hombre de aproximadamente 40 años de edad, prácticamente
el promedio de años que vivía el grupo. Pero para que llegara
a esa edad tuvo que haber sido asistido con alimentos, cuidados
y, considerado parte del grupo.
Es cierto, que no era una conducta practicada
por los hombres primitivos, ya que al ser cazadores recolectores
tales situaciones retrasaba su andar. Generalmente, se cree,
abandonaban a los que no podían sustentarse por sus propios
medios, y muchas veces hasta limitaban su crecimiento vegetativo
abandonando a los recién nacidos y, también lo hacían con
los ancianos.
Sin embargo, en este caso, todas las heridas
muestran signos de curación, lo que estaría indicando que
el grupo alimentaba, protegía y ayudaba a los enfermos
o lisiados.
Por otra parte el siguiente relato nos pone
frente a como la sociedad estigmatiza a los individuos.
“Los dioses están hartos de trabajar, así
que piden a Enki, señor de la sabiduría, además del agua,
que haga algo. Enki le manda a su madre Nammu, el océano
primigenio, que traiga barro, y a Ninhursag, la diosa de
la tierra, que le dé a ese barro la forma de los dioses.
Estos celebran el feliz acontecimiento y en la fiesta Enki
y Ninhursag se emborrachan un poquito. Ninhursag modela
seis criaturas más, de las hechas anteriormente pero disparatadas
y/o defectuosas, y desafía a Enki a que les otorgue un lugar
en el mundo y un destino a cada una, cosa que logra hacer
el dios, tan ingenioso como siempre”.
El exceso y la imprudencia generaron estas
criaturas disparatadas. Asag es la enfermedad y creador
de las deformaciones en las personas, y cuando eso ocurre
hay que realizar actos de purificación para poder salir
de tal situación y, muchas veces al no salir de ellas uno
es apartado de la sociedad. Es el mal el que ha producido
la enfermedad o deformación.
Estigmatizar presupone marcar o señalar
a una persona o grupo, considerándolas indignas de ser incluidas
en la sociedad. Esto da lugar a la discriminación y el ostracismo.
Podemos estigmatizar a quienes consideramos
impuros, inmundos o peligrosos: a quienes son distintos
de nosotros mismos o viven de manera diferente, o a quienes
son simplemente extraños. Es así como a lo largo de este
proceso generamos estereotipos nocivos y perpetuamos la
injusticia y la discriminación”.
En la crónica de un Rey-Sacerdote de la región
de Uruk – Sumer - , una fuente denominada “La Reforma de Urukagina” aproximadamente
2350 años antes de Cristo, se puede leer cual era la conducta
de los que tenían el poder con respecto a las personas discapacitadas
e indigentes, y como Urukagina produce las reformas tendientes
a protegerlos:
“¡Estos eran las costumbres de antaño!
Cuando un grande quería sacar agua
de un pozo tomaba a un ciego, la hacia trabajar y no le
pagaba.
Entraban en el jardín del indigente
y de la viuda y se apoderaban del fruto de sus árboles.
Pero, cuando los dioses me dieron
la realeza, reformé las costumbres de los tiempos de antaño.
[…] el que toma a un ciego para sacar
el agua de un pozo debía pagar lo que corresponde, e impedí
que entraran en el jardín del indigente y de la viuda para
apropiarse del fruto de sus árboles”
La fuente nos permite percibir, un claro
propósito propagandista, para justificar el ascenso de Urukugina
al poder. Lo destacado aquí es señalar como sus antecesores
habían incurrido en todo tipo de abuso, especialmente sobre
las personas con limitaciones.
El estigma implica a menudo un ejercicio
consciente o inconsciente de poder sobre los vulnerables
y marginados.
Algunos ejemplos Griegos
Hefesto el dios del fuego en Grecia es un
claro ejemplo de: ¿qué hacer con un dios cojo?.
De este defecto físico se daban varias explicaciones
míticas. La más corriente es la que cita la Ilíada: Hera disputaba
con Zeus acerca de Heracles, y Hefesto salió en defensa
de su madre, Zeus, entonces lo tomó por un pie y lo lanzó
fuera del Olimpo. Hefesto estuvo cayendo por espacio de
un día entero, hasta que, al atardecer dio en la tierra,
en la isla de Lemnos, donde quedó maltrecho, casi sin respiración.
Fue recogido por los Sintios quienes lo reanimaron, pero
quedó cojo para siempre.
Otra leyenda sobre el mismo tema narrada también
en la
Ilíada: Hefesto era cojo de nacimiento,
y su madre, avergonzada, decidió ocultarlo a la vista de
las demás divinidades; por eso lo arrojó desde lo alto del
Olimpo. Hefesto cayó en el océano, donde fue recogido por
Tetis y Eurínome, que le salvaron la vida y lo criaron por
espacio de nueve años en una gruta submarina. En el curso
de estos años forjó y fabricó para ellas numerosas joyas,
y le guardó siempre un profundo agradecimiento por sus bondades para con él. Es digno de decir que Hefesto también
pensó en vengarse de su madre, (ese es el lado oscuro),
fabricó un trono de oro, en el que unas cadenas sujetaban
al que se sentase en él, y lo envió a Hera. Está se sentó
impudentemente y quedó atada, sin posibilidad de librarse
de sus ataduras. Nadie conocía el modo de lograrlo, sólo
Hefesto poseía el secreto”
“Hábil y diestro para los trabajos, seductor,
y excelente amante, siempre es señalado como el que mantuvo
innumerables amoríos, entre ellos con Cárites,
La
Gracia por Excelencia, con Ágale, la más
joven de las Cárites, pero sobre todo con Afrodita. Participó
también en la creación de Pandora, la mujer entregada a
Dédalo.”
Al parecer no se amedrentó por ser estigmatizado.
Por el contrario, aparentemente le fue ventajoso. Al respecto
señala Goffman: “que las personas estigmatizadas aprenden
afrontar esta situación cultivando categorías de “otros
compasivos”, en cuya presencia pueden tener la seguridad
de ser aceptados”.
Tersites es otro ejemplo de como se trataba
al que poseía algún defecto o discapacidad.
Según la Ilíada es el más feo
y cobarde de todos los griegos que participan en la campaña.
Es cojo y patizambo, jorobado, y su cabello es escaso. Cuando
Agamenón pone a prueba a los soldados ofreciéndoles levantar
el sitio, Tersites es uno de los primeros que aceptan esta
solución, y figura como uno de los cabecillas de la sedición
que está a punto de estallar. Ulises lo castiga con un gran
bastonazo, y él se desploma entre las burlas de los soldados”.
No pertenece al sector reconocido como igual,
al decir de Goffman, “no pertenece al grupo de los “sensatos”,
que son aquellas personas a las que Goffman califica de
“normales”, pero cuya relación con los individuos estigmatizados
les confiere “pertenencia de cortesía al clan”.
Ser ciudadano, es poseer rasgos finos y
delicados, y ser héroe. El otro, el no ciudadano, es de
rasgos oscuros y duros, con un actuar solapado y cobarde.
La representación se vuelve significativa cuando se ve en
el friso del Partenón, representada la lucha contra los
centauros, seres de rasgos duros y deformes.
La condición de estigmatización tiende a
eliminar a aquellas personas que a juicio de la sociedad
con la cual comparten el “habitus” no les permite ser parte
de ella.
Basta prestar atención a Platón en “República”
Libro V, 460 b-c: “En cuanto a aquellos cuyo cuerpo está
mal constituido, se los dejará morir, y se castigará con
la muerte a aquellos cuya alma es naturalmente incorregible”
[…] “los hijos de los individuos inferiores e igualmente
los de los otros, si nacen con alguna deformidad, serán
ocultados, como es debido, en algún lugar secreto e incierto”
El estigma
medra en el silencio y la negación.
En el pasaje 460 y 461 b-c, Platón considera
legítimo el infanticidio, en algunos casos. Lo hace en forma
velada y no abiertamente. Sin embargo, pudiera interpretarse
no ya como infanticidio, sino la relegación a una clase
inferior (III, 415 c). Excepto en Tebas, era general, al
precipitarlos en el Monte Taigeto (Plutarco, Licurgo 16,1;
Aristóteles, Política 1335 b). El último aboga, en forma
clara, por la exposición y el aborto en casos de deformidad
y exceso de la población.”
La sociedad busca formas de hacerla obvia,
así lo expresa el Informe de ONUSIDA, al mencionar que en
la Alemania Nazi, los judíos tenían
que llevar una estrella amarilla, y una campana los leprosos.
Afirma Goffman: “radica en manejar la información…Mostrar
o no mostrar, decir o no decir, revelar o no revelar, mentir
o no mentir, y en cada caso, a quién, cómo, cuándo y dónde.”
Algunas voces han llegado a decir que esta
propuesta por parte de Platón tiende a preservar la vida
de la sociedad, o esta motivada por conveniencias funcionales,
o como en el caso de Esparta por razones de supervivencia
colectiva. El mejor ejemplo de lo expresado es Efialtes.
Sobrevivió al Taigeto, pero jamás pudo incorporarse al grupo
de los homoioi ante el avance los Persas en Termópilas.
El ponía en riesgo la vida de sus compañeros, al no poder
cubrir con su escudo la altura requerida en la batalla,
y por lógica consecuencia, poner el riesgo el triunfo.
Vemos que cuando la sociedad estigmatiza,
excluye, y argumenta, que su accionar se basa y justifica
en preservar la su entorno con el fin de evitar males mayores.
En el mundo judeo – cristiano el estigma
es consecuencia del pecado.
Así
lo entendieron los amigos de Job. Para estar en esa situación
de postración, pérdida de los bienes materiales y de la
salud, algún pecado oculto había que confesar.
Las normas establecidas por la sociedad y con
una clara justificación religiosa, determinaron, pautas
de pureza y santidad. Por tal motivo, poseer algún tipo
de impedimento físico era un condicionante para poder ser
sacerdote.
“Porque ningún varón en el cual haya
defecto se acercará, varón ciego, o cojo, o mutilado o sobrado,
o varón que tenga quebradura de pie o rotura de mano, o
jorobado, o enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga
sarna, o empeine, o testículo magullado” Levítico 21:18-20.
Si se estaba enfermo, de las más variadas
enfermedades o limitaciones físicas y mentales, todas eran
producto del mal. El enfermo debía presentarse ante el sacerdote
para mostrar su cuerpo, y una vez curado no debían encontrarse
rastros de la enfermedad para poder ser purificado, y si
no la obtenía debía ser separado del grupo, e ir diciendo
en voz alta su condición de leproso, ciego. Se había convertido
en inmundo.
“Y el leproso en quien hubiere llaga
llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado
pregonará ¡inmundo! ¡inmundo!. Habitará sólo, fuera del
campamento será su morada”. Levítico 13:45-46.
Naaman era un excelente general, y muy
rico, “valeroso en extremo, pero leproso” 2do. Libro de
Reyes 5:1. Tenía que cubrirse, y su enfermedad menguaba
su poder. Era inmundo. Tuvo que ser asistido por el profeta
Eliseo para ser curado.
La pureza y orden, señala Mary Douglas,
“es el valor supremo
de la sociedad: es la ley que gobierna la pureza y la contaminación
que la salvaguardan: es la religión que articula el sistema
de creencias e institucionaliza los rituales en los que
encuentra expresión la vida corporativa de la sociedad.”
Los defectos físicos y mentales eran
considerados como causa de inmundicia, porque deformaban
la imagen de Dios en el ser humano.
Ya lo expresamos en páginas anteriores: “La abominación
del cuerpo, la mancilla de la personalidad individual y
la pertenencia a un grupo social despreciado”, es lo que
señala Goffman como elementos que determinan una “identidad
deteriorada”.
La tradición Judea-cristiana, rescata
el actuar de Jesús ante la actitud de la mujer que toca
su manto en secreto.
“Pero una mujer que padecía de flujo
de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en
médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser
curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Jesús dijo:
¿Quién me ha tocado? Y negando todos […] Entonces, cuando
la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando,
y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el
pueblo por qué causa le había tocado, y como al instante
había sido sanada.” Evangelio de Lucas 8: 43-47.
Su condición le impedía estar entre
la gente, la norma le hacia impura y por ende estigmatizada.
El silencio y el ocultarse entre la gente era su seguridad.
El aventurarse a tocar el manto, la puso en evidencia, y
arriesgándose a ser apedreada, encuentra su sanidad.
El estigma devalúa, rechaza y excluye.
Iniciamos este trabajo con un ejemplo
de la prehistoria, como
neandertales solidarios ayudaron a vivir a uno de sus pares
asistiéndolo de tal manera que vivió casi 40 años.
Otro caso se encuentra registrado en el
2do. Libro de Samuel 4: 4: “Y Jonatán hijo de Saúl tenía
un hijo lisiado de los pies […] y moraba Mefi-boset en Jerusalén
porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado
de ambos pies”.
La asistencia por parte de David hacia
Mefi-boset “el que quita la vergüenza”, fue mostrar un accionar
inclusivo en la vida del Israel antiguo.
El mundo antiguo nos llevó por caminos
duros, de ocultamiento, de segregación y de muerte, estigmatizando
las diferencias, porque eran producto del mal y la imprudencia.
Generando exclusión y discriminación social. También nos
permitió conocer
a través de la historia, acciones de inclusión y solidaridad,
asistiendo aquellas vidas que necesitaban apoyo para superar
limitaciones.
En la actualidad nuestro mundo es un mundo
que excluye, segrega, discrimina, y estigmatiza. Es imperioso,
deconstruir el discurso estigmatizador, para construir a
través de la reflexión, de la solidaridad, de la inclusión,
y dignificando la relación con el otro, resignificar actitudes
que permitan generar un accionar esperanzador y reconciliador.
Son de gran valor las palabras pronunciadas
por Jesús, cuando dijo:
“Así que, todas
las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros,
así también haced vosotros con ellos” Mateo 7:12.