Agustín Pineau                                                                                                     Universidad de Buenos Aires                                          

Licenciado en Ciencia Política                                                           Instituto de Investigación Gino Germani

                                                                                                                    Grupo de Estudio del Este Asiático

 

 

“La Revolución Cultural y la polémica chino-soviética sobre la construcción socialista”

 

Introducción

 

            A finales de la década del cincuenta, con motivo de la celebración del XX y XXII congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), comienza una nueva etapa en la historia del Movimiento Comunista Internacional (MIC) y en cada de uno de de los países integrantes del campo socialista.

            Las propuestas respecto a la edificación y construcción de la etapa socialista, impulsadas por Jruschov, generaron un cambio de perspectiva conceptual, tanto en lo países socialistas como en los partidos comunistas.  

            El proceso iniciado por la conducción del PCUS generó un nuevo marco de análisis en relación a la etapa de transición hacia el comunismo promoviendo un estado de conmoción en el pensamiento marxista de la época.

            De esta manera, se inicio un proceso de debate y conflicto en las relaciones chino-soviéticas, que desembocaron en un periodo de ardua discusión sobre los pilares seminales y fundamentales en la concepción de la etapa de construcción socialista, la dictadura del proletariado.

            El objetivo de este trabajo es, a partir de una compresión teórica conceptual,  presentar y ordenar los elementos de esta polémica que determinaron un cambio en la interpretación del marxismo-leninismo que se agudizara enfáticamente a partir de su trascendencia publica en la década del sesenta.

            En primer lugar, se intentará desarrollar los ejes de discusión más relevantes surgidos en el seno del MCI, las críticas y argumentaciones tanto del PCUS como del Partido Comunista de China (PCCh).

            En segundo lugar, abordaremos aspectos de La Gran Revolución Cultural Proletaria surgida en la Republica Popular China (RPCh), intentando indagar su relación con los términos del debate en el seno del MCI y su significado desde una visión enfocada en la controversia sobre la edificación del socialismo en el propio país. Nuestra conjetura se construye en el entendimiento de que este fenómeno, la Revolución Cultural, no podría explicarse en su total dimensión concibiéndolo sólo como un proceso interno aislado del contexto internacional.

En una aproximación a la comprensión del proceso histórico, se intentará concluir incorporando reflexiones sobre el debate teórico-conceptual y su traslación  hacia el interior de la vida política de la Republica Popular China.

 

Distintas perspectivas y posiciones en  relación a la “construcción socialista” en el Movimiento Comunista Internacional: la polémica chino-soviética entre la “ortodoxia” y el “revisionismo”

 

            A partir del desarrollo del XX y XXII congreso del PCUS, se dio origen a un proceso de reconfiguración de la política interna y externa de la Unión Soviética, desatando simultáneamente una fuerte convulsión entre los estamentos dirigentes de los países socialistas y los partidos miembros del MCI. El ascenso de Jruschov a la conducción del PCUS y del Estado soviético inicio del proceso de desestanilización, abrió paso a una nueva política en la construcción socialista y al replanteo de los compromisos en torno a los principios del internacionalismo proletario.

            Las divergencias y el viraje de la URSS en relación a la comprensión y el propio desarrollo de la edificación socialista ocasionaron una gran desconfianza en los dirigentes del PCCh. Las Conferencias de los partidos comunistas realizadas en Moscú en 1957 y 1960, fueron el escenario donde quedaron translucidas las diferencias. La polémica chino-soviética comenzó a tomar carácter público en los primeros años de la década del sesenta, a través de las publicaciones realizadas en el Diario del pueblo (Renmin Ribao) y la revista Bandera Roja (Hongqi) y el diario Pradva, donde se expresaban las posiciones de los principales dirigentes de ambos partidos.

            Las criticas a Jruschov se centraban en su política de coexistencia pacifica, en el  escenario de guerra fría, y a su concepción de evolución pacifica en el paso del  capitalismo hacia socialismo, marcando la política a seguir por los partidos comunistas en los países capitalistas. Estos dos pilares generaron y agudizaron las divergencias entre el PCUS y PCCh. Los comunistas chinos denunciaban una actitud de sumisión y claudicación ante el mundo capitalista.

            De esta manera, a Jruschov se le atribuyeron una serie de crímenes ideológicos; renunciar a la lucha de clases, de carácter interna y externa, restaurar el capitalismo en la superestructura de la sociedad soviética y minar las bases de la ideología socialista, destruyendo los nexos entre la teórica y la práctica revolucionaria [1] . 

En su retórica los comunistas chinos exhumaban los debates suscitados en la Segunda Internacional a principios del siglo XX, otorgándoles a los soviéticos la reencarnación de las concepciones bernstenianas y kautskianas, a partir de la concepción  pacifica y evolutiva de los desarrollos históricos. “…Jruschov ha presentado el camino de la transición pacifica (…) el aprovechar el camino parlamentario para la transición al socialismo…” [2]

            El PCUS concebía que, el rechazo a sus iniciativas aprobadas por el resto del campo socialista, implicaba que el PCCh se oponía abiertamente al rumbo marxista-leninista. Acusaciones cruzadas de generar un proceso de escisión en el MCI se originaron a partir de esta controversia, atribuyéndose cada uno de ellos la representación del autentico pensamiento leninista.

            El informe realizado por Mikhail A. Súslov, miembro del comité central del PCUS, en el pleno del PCUS de 1964, destacaba las discrepancias planteadas por el PCCh y consideraba esta situación como reveladora de una intencionalidad de escisión del MCI.  Súslov puntualizaba que “…los dirigentes chinos tergiversan (…) las nuevas apreciaciones y conclusiones elaboradas (…) por los partidos hermanos sobre la base de aplicación creadora de los principios del marxismo-leninismo a las conclusiones de nuestra época…” [3] .

Las apreciaciones que los soviéticos elaboraron para el campo del MCI incluían la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes regímenes sociales, la edificación socialista, la condena a la práctica del culto a la personalidad y la transición pacifica al socialismo en los Estados capitalistas.

 

La coexistencia pacifica: la cuestión de la guerra y la paz

 

            En las Conferencia de los partidos comunistas de 1960, realizada en Moscu y a la que no asistió Mao Zedong, se desarrolló la línea de buscar un cierto entendimiento con los Estados situados por fuera del campo socialista, argumentándose esta política como  “…el cumplimiento de su histórica misión (…) Impedir el exterminio de los pueblos en una guerra termonuclear (…) como una condición importantísima de la feliz construcción del socialismo y el comunismo…” [4] . Los soviéticos definían de esta manera una forma de relacionarse con los diferentes Estados, demostrando un cambio significativo respecto del periodo estalinista.    

            Mientras tanto, el PCCh desarrolla en materia de relaciones internacionales, el concepto de trato diferenciado, sosteniendo la necesidad de una política y una línea de relaciones diferenciadas respecto a los distintos países a partir de sus diferentes condiciones. Se acentúan tres principios sustanciales, propuestos en contraste con la línea soviética. En primer lugar, se distingue a los países capitalistas de los países socialistas, sosteniendo la política de ayuda mutua entre los Estados socialistas a partir del principio del internacionalismo proletario. En segundo lugar, distinción de los países nacionalistas [5] , que han conseguido recientemente la independencia política, considerando que se encuentran en una situación de contradicción frente al imperialismo. En tercer lugar diferenciar las relaciones con los partidos comunistas de los Estados capitalistas.

            Para el PCCh, la política de coexistencia pacifica trata de sustituir en la arena internacional la lucha de clase por la colaboración de clases [6] . La divergencia, de esta manera, se sitúa argumentativamente, no en la aplicación de la coexistencia pacifica sino entre divergencias de principios. Presentan tres problemas a partir de estas divergencias: ¿a partir de la coexistencia pacifica puede eliminarse del antagonismo entre el socialismo y el imperialismo? ¿Se puede considerar esta política como una línea general de la política exterior de los países socialistas? ¿Se puede sustituir la revolución de los pueblos a partir de esta línea en el MCI?  

            Las posiciones de la URSS y la RPCh ante la guerra fría diferían sustancialmente. El PCCh consideraba que la política exterior soviética generaba vulnerabilidad en la región del este asiático, posibilitando de esta manera el desarrollo de la política norteamericana de aislar a China expresada en la constitución de la Organización del Tratado del Sureste Asiático (SEATO) [7] . La cancelación de la ayuda tecnológica y militar soviética significo la necesidad del desarrollo autónomo de los sistemas de defensa. Ante esta situación los chinos acusaban a la URSS por lo que entendían significaba el abandono de la solidaridad socialista.

 

La edificación socialista

 

                El PCCh consideraba que a finales de los cincuenta, en la URSS, se había incurrido en “…la más grave y alarmante desnaturalización sufrida por el movimiento revolucionario en toda su historia (…) ha concluido con una restauración de clase (…) de tecnócratas y burócratas, monopolizando las instituciones estatales colectivas (…) formando una nueva clase dirigente (…) que excluye a la gran mayoría de las masas…” [8]        

            El XXII congreso del PCUS había manifestado el concepto del Estado del todo pueblo y el partido de todo el pueblo. Mikhail A. Súslov, en el pleno del CC del PCUS,  sostenía que el Estado de todo el pueblo, se organizaba y se lo consideraba, como un surgimiento de la Dictadura del Proletariado, sosteniendo “…cuando está cumplido ya dentro del país su misión histórica de edificar el socialismo (…) este Estado expresa los intereses y la voluntad de todo el pueblo…” [9] Las relaciones sociales han alcanzado su madurez en el desarrollo de la sociedad socialista. Las clases explotadoras se han eliminado, el Partido de clase ha evolucionado en el Partido de todo el pueblo a partir de la desaparición de las clases explotadoras. El papel de la vanguardia proletaria ha culminado y  por lo tanto el periodo de la Dictadura del Proletariado ya ha cumplido su papel histórico y el estadío coercitivo ha finalizado.

            En esta controversia el PCCh se remitió a la crítica de Marx al Programa de Ghota. Marx critica que en dicho manuscrito se omitía la Dictadura del Proletariado, mencionando que este periodo es la etapa de transición hacia el comunismo. Apoyándose en el aporte de Marx en la Critica al Programa de Ghota, el PCCh argumentaba que Jruschov, al haber formulado su tesis sobre el periodo de transición a partir del Estado de todo el pueblo, se había apartado sustancialmente del pensamiento y los postulados marxistas [10] .

            En las argumentaciones desarrolladas en torno a la concepción del Partido de todo el pueblo, se destacaba que la terminología de partido no puede estar disociada como un elemento de clase. Si existe el partido existen aún la lucha de clases en el periodo socialista.

Como consecuencia de esta visión, el razonamiento del PCCh señalaba que si en la URSS, la sociedad no albergaba diferencias de clases, cual era la diferencia que hacía o determinaba que existiera o no el partido [11] . Los soviéticos aseveraban contrariamente, durante este periodo, que el socialismo se había establecido por completo, y por lo tanto la sociedad socialista estaba edificada definitivamente.   

 

La practica del culto a la personalidad

 

                Uno de los principales ejes a destacar en el cual ha hecho particular desarrollo el CC del PCUS es el culto a la personalidad. Debemos destacar que para los soviéticos, y particularmente en las posiciones de Jruschov, tuvo un significado de carácter relevante el estudio y el rol significativo de la figura de Stalin para URSS.

La critica a la figura de Stalin y su rol en el desarrollo de la construcción socialista en la URSS fueron de gran significación e importancia en las posiciones adoptadas por Jruschov y el CC del PCUS con posterioridad al XX Congreso. La denuncia del Culto a la Personalidad y los crímenes cometidos durante el periodo estalinista había despertado la sorpresa en todos los partidos integrantes del MCI y provocaron la reacción de los dirigentes chinos.

            El PCUS había comenzado un proceso de revisión de carácter histórico de su política interna en el periodo bajo la conducción de Stalin, aludiendo a las practicas de persecución política e ideológica y a la construcción de un aparato estatal político policíaco al servicio de un duro acosamiento a los lideres y dirigentes del partido divergentes o sospechados de divergencia y trasladando esas practicas a cada uno de los Estados miembros del bloque soviético.

            Para los nuevos dirigentes del PCUS el estalinismo había significado el alejamiento de los principios de conducción colectiva y de la democracia socialista, reemplazando la concepción leninista de la organización, por el culto a la personalidad del líder. Los soviéticos resaltaban “…que el culto a la personalidad fue para la URSS un fenómeno temporal, pues el PCUS encontró fuerzas para terminar con tal estado de cosas (…) y mostró su capacidad para sintetizar en teoría la experiencia…” [12]     

            La carta del CC del PCUS, La lucha contra el culto a la personalidad, publicada en el diario Verdad (Pravda) el 14 de junio de 1963, fue objeto de una respuesta conjunta por parte de las redacciones del Diario del Pueblo (Renmin Ribao) y la revista Bandera Roja (Hongqi), bajo el titulo Sobre el problema de Stalin.

Para los chinos la discusión estaba focalizada por los intereses de un sector específico de la dirigencia del PCUS encabezado con Jruschov. Desarrollaban una argumentación en defensa de las realizaciones del camarada Stalin, exponían moderadas críticas a sus  errores revolucionarios, destacaban su rol inobjetable en la revolución de octubre 1917 y su posterior dirección y defensa del primer Estado socialista.

La posición de Jruschov y el CC del PCUS “…elude a los argumentos de principio que presentamos, y se limita a pegar a los comunistas chinos la etiqueta de ‘defensores del culto a la personalidad’ y difusores de las ideas erróneas de Stalin” [13] El PCCh afirmaba que se debía abordar la cuestión de Stalin desde una perspectiva histórica, no era correcto formular juicios particularizados sobre la figura de Stalin, sino desarrollar una evaluación de la propia experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado. La negación de Stalin de manera subjetiva, y la apelación al idealismo histórico tergiversaba el análisis y era necesario el empleo de las categorías del materialismo histórico [14] .

Los comunistas chinos, en Sobre el problema de Stalin, planteaban una distinción entre lo justo y lo erróneo. Abogaban por el método de crítica y autocrítica para comprender la situación. Sostenían que partiendo del deseo de unidad y, mediante la crítica y la lucha, podía alcanzarse nuevamente la unidad sobre nuevas bases [15] . No se trataba entonces de una contradicción entre los enemigos y nosotros, sino de una contradicción en el seno del pueblo.

En su lucha contra el culto a la personalidad, los líderes soviéticos atendían  razones de carácter históricas referidas a sus propias experiencias, pero simultáneamente las utilizaban orientándolas contra la figura de Mao Zedong y su rol y desempeño en la República Popular China. La analogía ponía en foco de la critica sus prácticas y sus posiciones políticas en relación a la construcción socialista en China, la visión sobre el papel de la dictadura del proletariado, las relaciones dentro del MCI, y la formulación de una política internacional independiente de la línea de coexistencia pacifica.   

El PCUS destacaba en aquellos años que en oposición a la democracia socialista “…en China se implanta en escala cada vez mayor el culto a la personalidad de Mao Tse-tung, que se manifiesta en toda plenitud (…) en el partido y en el Estado (…) sus indicaciones, y solo las suyas son en última instancia la única verdad…” [16] . En su análisis, sostenían que las críticas del PCCh ponían en evidencia el temor a  que las ideas de cambio surgidas del XX congreso, en especial las duras condenas al culto de la personalidad de Stalin, se trasladaran hacia la propia dirección del PCCh y a la figura de Mao Zedong. De esta manera, los soviéticos explicaban los ataques al CC del PCUS, y la campaña antisoviética desencadenada en el interior de China y en el extranjero.

Estas criticas por parte de los soviéticos a la figura de Mao fueron agudizándose entrando a la mitad de la década del sesenta, particularmente en el proceso desencadenado durante La Gran Revolución Cultural Proletaria.

 

La transición al socialismo en los Estados capitalistas

 

La cuestión de la transición hacia el socialismo en los Estados capitalistas fue uno de los principales puntos controversiales en la polémica chino-soviética desarrollada en los años previos a la Revolución Cultural. El PCCh concentro sus críticas al PCUS, y particularmente a Jruschov, sosteniendo que se retrotraían a posiciones revisionistas frente a la problemática de la toma del Estado por la clase proletaria.

Asimilaban de esta manera las posturas soviéticas a las posiciones de Kautsky y Bernstein, sobre la utilización de la vía parlamentaria y la renuncia a la revolución violenta, en el debate suscitado en la II internacional a partir del prologo de Engels a La lucha de clases en Francia, de Karl Marx.

El pensamiento de Bernstein por aquellos años se enfocaba en una comprensión evolutiva de la historia, caracterizado desde un enfoque idealista y no de carácter materialista, como una especie de resurgimiento de un pensamiento neokantiano sobre el desarrollo de la sociedad. La inevitabilidad de la transición al socialismo no era cuestionada por estos postulados, sino la práctica a seguir en el proceso de transición, donde el Estado burgués se sustituiría, mediante su propia extinción, por un Estado proletario.

Para el PCCh, la transición pacifica significaba un traición a la causa del proletariado internacional anteponiendo los intereses de la propia URSS, y se expresaba  en la oposición a la insurrección violenta y la utilización predominante de la vía parlamentaria estimulada por el PCUS para los partidos comunistas, en particular los europeos.

El PCCh manifestaba su posición sosteniendo que “…la revolución violenta es la partera de la sociedad socialista, el camino inevitable hacia la sustitución de la dictadura de la burguesía por la del proletariado y una ley universal de la revolución proletaria.” [17]

Desde el CC del PCUS se consideraban los argumentos del PCCh, refutándoles que no realizaban un análisis de las condiciones particulares, tanto de las objetivas como de las subjetivas, para la insurrección armada. Sosteniendo que esas posiciones correspondían a un voluntarismo de características aventureras. “…uno de los puntos mas agudos de la ardiente polémica en el movimiento comunista internacional no consiste en el dilema de ‘hacer o no hacer la revolución’, sino en el problema de ‘por que caminos hacer la revolución’…” [18] Depositar la lucha política exclusivamente en la acción armada podría conducir a graves derrotas, sostenían los soviéticos.

En el análisis debía incorporarse el estado de maduración de las masas para respaldar este tipo de lucha política, afirmando que el PCCh no comprendía la necesidad de enmarcar el análisis en las situaciones particulares de cada país.

 

 “La Gran Revolución Cultural Proletaria”: una continuación de la lucha de clases, la revolución bajo el socialismo.

 

          Las distintas temáticas abordabas, en el denominado conflicto chino-soviético, no expresaban únicamente las diferencias en materia de política exterior o de consideraciones teóricas sobre la construcción socialista,  sino que reflejaban conflictos que se manifestaron a comienzos y mediados de los sesenta hacia el interior de China.

            El problema de la restauración de clase o la contrarrevolución, que Mao observaba en la sociedad soviética, despertó en los comunistas chinos un debate sobre su propio proceso. La burocratización del estado soviético, en la perspectiva propia del Pensamiento de Mao Zedong, devino en la constitución de una nueva clase que  monopolizaba el poder tanto las instituciones estatales como en el Partido.

            De esta manera, el debate político e ideológico sobre el proceso socialista se  desarrollaba paralelamente en el MCI, en la disputa con la URSS y hacia el interior de la RPCh. Las perspectivas de carácter interno y externo, se desarrollaban y entrecruzaban ligándose estrechamente.

            Mao enfatizaba que  las fuerzas antisocialistas persisten aún en la etapa socialista en todo su desarrollo, “… viven y operan, tienden a afirmarse, a convertirse en el ‘polo determinante de la contradicción’ (…) tratan de reconquistar y monopolizar el poder, de llevar a cabo una ‘restauración de clase’… [19] .  El concepto desarrollado es que la lucha de clases es interrumpida, y el riesgo de restauración burguesa permanece vigente en toda la etapa de construcción socialista.

            Esta visión conceptual determina, a comienzos de la década del sesenta en el desarrollo de la denominada campaña de educación socialista, el objetivo de  “rectificar” las “ideas erróneas” que se desarrollaban y ponían en peligro la construcción de la sociedad socialista. Estadío que no es considerado como un proceso estático y mucho menos homogéneo, las tradiciones culturales heredadas se expresan en la sociedad, se mantienen y permanecen.

Louis Althusser argumentaba que los intelectuales, para convertirse en ideólogos de la clase proletaria, necesitaban una revolución radical en sus ideas, una reeducación larga y dolorosa. Es una lucha tanto exterior como interior [20] .  Siguiendo su razonamiento, sostenía que “…los proletarios tiene un ‘instinto de clase’ que les facilita el paso a las ‘posiciones de clase’ (…) por el contrario los intelectuales tiene un instinto pequeñoburgués que se resiste a este paso…” [21]

  La concepción de Mao sobre el desarrollo de este proceso se situaba en los aspectos subjetivos de la mentalidad de los hombres, en la edificación de una nueva concepción del mundo diferente a la anterior. Siguiendo esta lógica de reflexión  “…la lucha de clases en el periodo de transición, apunta a destruir aquel aspecto de las relaciones burguesas, pero no puede lograrlo si no destruye lo que subsiste de las relaciones ideológicas y políticas burguesas…” [22] Presentándose la lucha económica como una lucha por la producción, pero subordinada a la lucha política [23] .

Los sectores intelectuales fueron objeto particularmente de los procesos de “rectificación”. La lucha política desarrollada desde una perspectiva de lucha cultural, englobaba tanto la práctica como la teoría. La asunción de posiciones de clase, según Mao, es un proceso objetivo y racional, pero el instinto de clase de los intelectuales atenta contra este proceso y debe ser reeducado para que aquellos se convierta en intelectuales orgánicos del proletariado.

Los componentes subjetivos del proceso revolucionario aparecen en la concepción de Mao, descartando una compresión mecanicista, de carácter sociológica,  ya que la misma es una posición política definida por los propios revolucionarios. [24]

Mao advertía sobre los peligros de involución en la sociedad socialista, la posibilidad de que se generen nuevos agrupamientos de carácter contrarrevolucionario,  y desarrollaba el análisis de las contradicciones en se periodo. En sus trabajos Sobre la contradicción y  Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno pueblo, esta problemática es analizada observando el comportamiento de las clases en la sociedad socialista.

La critica a esta concepción desarrollada en la Revolución Cultural sostiene que en la misma “…hay un fuerte énfasis en el momento ‘ideológico’, que tiende a presentar la lucha como una revolución en la superestructura (…) ¿Se deduce de esto que el termino ‘capitalismo’ es utilizado en sentido extenso, como un sistema de ideas, actitudes y relaciones entre los hombres, aún prescindiendo de la base estructural, de las relaciones de producción?...” [25]  

El  proceso de “rectificación ideológica”, a partir de la Revolución Cultural, instituye un principio guía que apoyándose en una manifestación de masas, procura generar incentivos de características ideológicas, sustituyendo a los incentivos materiales,  procurando sin embargo generar consecuencias materiales.  

Se presentaba de esta manera al interior de la RPCh una lucha de carácter política, una lucha por el poder político, desde la concepción del Pensamiento de Mao Zedong. La línea de masas es la estrategia desarrollada, asumiendo que la superestructura es donde se preservan los sectores contrarrevolucionarios, su papel es evitar que el Estado se enajene de la sociedad, y que la burocracia y el pueblo se coloquen como términos de una contradicción antagónica [26] .

Los soviéticos describen el proceso de la Revolución Cultural argumentando que “…el maoísmo revisa las tesis marxistas sobre el papel de las masas populares y de la personalidad en la historia: el papel de la personalidad se exagera, se hace renacer el culto a los héroes y se predica la actitud hacia las masas (….) La interpretación anticientífica y subjetiva del papel de la personalidad en la historia encuentra su expresión mas nítida en el culto a la personalidad de Mao (…) menoscabando el papel del pueblo y el Partido Comunista en la historia…” [27]

Para el PCUS el Pensamiento de Mao Zedong, no comprende la finalidad y el objetivo de las masas basada en el desarrollo social, sino sus acciones, realizando una apología del voluntarismo y el subjetivismo [28] . Entendiendo que el marxismo no realiza una negación del subjetivismo en el desarrollo socialista, pero este debe afirmarse a partir de las leyes objetivas del desarrollo social, que lo determina de alguna manera.

Por lo tanto, los soviéticos entendían que Mao realizaba en sus concepciones una construcción idealista y subjetiva de la historia en lugar de concebir una interpretación materialista.  Las categorías analíticas en su construcción teórica de pueblo y enemigos del pueblo fueron criticadas desde distintos círculos intelectuales, por no tener una correlación de carácter materialista y en el desarrollo productivo, sino a partir de la deducción de su posición política.

La línea de masas es el dato característico del fenómeno de la Revolución Cultural, que se instala por fuera del Partido desde la base social.  El dato sobresaliente quizás, es que Mao da origen a un fenómeno que de alguna manera niega que el Partido pueda extraer legitimidad a partir de si mismo, y que por lo tanto exista como una esfera propia escindida de las masas.         

 

Conclusiones

 

La secuencia desarrollada en el trabajo intenta determinar un orden en torno a los ejes más relevantes de la polémica chino-soviética de comienzo de los años sesenta y su correspondencia con la Gran Revolución Cultural Proletaria.

Las cuestiones acerca de la transición entre la etapa capitalista y el comunismo, la construcción del socialismo, dieron lugar a los picos mas altos de controversia en el pensamiento marxista de la época, y se desarrollaron en torno a temas tan trascendentes como la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes regímenes sociales, la edificación socialista, la condena del culto a la personalidad y la propuesta de transición pacifica al socialismo en los Estados capitalistas.

            El proceso de construcción de la sociedad socialista en la URSS y su evolución fue un modelo a seguir para todos los países que, habiendo quedado en el área de influencia soviética por los acuerdos de Yalta, devinieron en estados con régimen socialista, y consecuentemente para el MCI.   

A partir de la proclamación de la Republica Popular China, la experiencia soviética y sus postulados fueron objeto de estudio y consideración por el PCCh en el proceso de organización y consolidación del nuevo Estado.

El XX y XXII congresos del PCUS encuentra a China y a la URSS en estadios marcadamente diferenciados de sus respectivos procesos de transición. En ese contexto,  comienza un proceso de debate que pone en cuestionamiento las nuevas líneas en materia de política exterior adoptadas por la URSS, y sus consecuencias en el desarrollo del proceso de construcción socialista en cada país. 

Se inicia de esta forma un periodo de fractura que derivará hacia la ruptura del monobloquismo en el campo socialista, que no solamente se manifestó a nivel de las relaciones entre estados sino, que sus consecuencias se trasladarían a los partidos integrantes del MCI.

            Las discusiones en el seno del MCI a comienzos de la década del sesenta se trasladan hacia el interior de la política China, tomando mayor relieve a partir de la Revolución Cultural, en donde se comienza a considerar la propia naturaleza del Estado socialista y su dirección.

En el Pensamiento de Mao Zedong la antelación se invierte al término subjetivo, colocándolo en un orden prioritario. La política en el punto de mando apunta a dislocar el conjunto de las relaciones entre los hombres.

            Puede considerarse que los comunistas chinos intentaron dar una respuesta posible a la crisis de la experiencia soviética, a partir de una apelación al principio de apertura en las relaciones entre el partido y las masas. Mao concibe al Partido como una externalidad al sujeto político, las masas, considerándolo un mero elemento.

            El análisis de Mao acerca de las contradicciones construye un marco de relaciones sociales bajo el socialismo, a partir de una conceptualización que no constituye de manera integra un anclaje material y un principio de clase, procurando construir e imprimir una identidad política y cultural a su concepción de pueblo. De esta manera, su comprensión se enfoca en la edificación de un nuevo sujeto, de un nuevo ser en la conciencia.

Las masas desde la óptica de Mao son decisivas en el proceso de maduración política,  ya que observaba en la estructura del Partido una herramienta generadora de una nueva clase dirigente, como lo había comprendido a partir de su desarrollo en la URSS. Planteaba el rechazo a una idea de Partido anquilosado, proponiendo un debate desde el pensamiento marxista formulando una nueva perspectiva, que obligaba de alguna manera a examinar y reinterpretar la experiencia revolucionaria en la URSS.              

            La discusión sobre la experiencia histórica de la edificación del socialismo en la URSS, su transformación y desviación revisionista, que despertara las críticas del PCCh encabezadas por Mao Zedong, y que se correspondía con el debate hacia el interior de   China sobre las características propias en el desarrollo de la dictadura del proletariado, se manifiesta como uno de los precedentes de la Revolución Cultural. 

 

 

 

Bibliografía

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“Clase y Estado: la dialéctica Partido-masas en la teoría china”. AA.VV, La Revolución Cultural. Pasado y Presente. Buenos Aires. En Les temps Modernes.



[1] Palacios, Marcos (1970) El lugar de la ideología en la dialéctica de las contradicciones. Quinta Conferencia Anual del Asian Studies on the Pacific Coast. Oaxtepec, México.  

[2] “La revolución proletaria y el revisionismo de Jruschov”. Por la redacción del Renmin Ribao y la redacción de la Revista Hongqi. 31 de marzo de 1964. En www.bandera-roja.com  

[3] Súslov, Mikhail A. La lucha del PCUS por la cohesión del movimiento comunista internacional. Informe presentado al pleno del CC del PCUS. 14 de febrero de 1964. Editorial Documento. Buenos Aires. Pág. 11 

[4] Súslov, Mikhail A, op. cit.  p. 27

[5] Países en proceso de descolonización.

[6] “Dos políticas de coexistencia pacifica diametralmente opuestas”. Por la redacción del Renmin Ribao y la redacción de la Revista Hongqi. 12 de diciembre de 1964. En www.bandera-roja.com  

[7] Tratado de defensa colectiva entre Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia y Estados Unidos. 

[8] Collotti Pischel, Enrica. (1971)  “La revolución cultural China”. AA.VV, La Revolución Cultural. Pasado y Presente. Buenos Aires. pp. 13-14.  

[9] Súslov, Mikhail A. op. cit. p. 71 

[10] “En refutación del llamado Estado de todo el pueblo”. Por la redacción del Renmin Ribao y la redacción de la Revista Hongqi. 14 de julio de 1964. En www.bandera-roja.com  

 

[11] Ídem   

 

[12] Gueorguiev, V; Krivstov, V y Plikmak, E (1973) Criticas de las concepciones teóricas de Mao Tse-Tung. Instituto de Filosofía e Instituto del Extremo Oriente de la Academia de Ciencias de la URSS. Cartago. Buenos Aires. p. 136

[13] “Sobre el problema de Stalin”. Por la redacción del Renmin Ribao y la redacción de la Revista Hongqi. 13 de julio de 1963. En www.bandera-roja.com  

 

[14] Ídem

 

[15] Ídem

[16] Gueorguiev, V; Krivstov, V y Plikmak, E,  op. cit. p. 137 

[17] “La revolución violenta es una ley universal de la revolución proletaria”. Por la redacción del Renmin Ribao y la redacción de la Revista Hongqi. 31 de marzo de 1964. En www.bandera-roja.com  

 

[18] Súslov, Mikhail A. op. cit. p. 43

[19] Collotti Pischel, Enrica. (1971)  “La revolución cultural China”. AA.VV, La Revolución Cultural. Pasado y Presente. Buenos Aires. p 15

[20] Althusser, Louis (2002) La filosofía como arma de la revolución. Siglo veintiuno. México. p 12  

[21] Ídem

[22] Bettelheim, Charles (1971) “China y URSS: dos modelos de industrialización”. AA.VV. La Revolución Cultural. Pasado y Presente. Buenos Aires. Pp. 44-49

[23] Ídem

[24] “Clase y Estado: la dialéctica Partido-masas en la teoría china”. AA.VV, La Revolución Cultural. Pasado y Presente. Buenos Aires. p. 99  En Les temps Modernes.

 

 

[25] Rossanda, Rossana (1971) “El marxismo de Mao Tse-tung”. AA.VV, La Revolución Cultural. Pasado y Presente. Buenos Aires. pp. 139-140

 

[26] Palacios, Marcos (1970) El lugar de la ideología en la dialéctica de las contradicciones. Quinta Conferencia Anual del Asian Studies on the Pacific Coast. Oaxtepec, México.  

 

[27] Gueorguiev, V; Krivstov, V y Plikmak, E,  op. cit. p. 61 

[28] Ídem, p.56

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